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El Estatuto de Guernica, ratificado en la "magna asamblea" de Vitoria

Doscientos veintiocho ayuntamientos vascos y las diputaciones y Juntas Generales de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa asumieron y ratificaron el domingo por la mañana en el campo de fútbol de Mendizorroza, de Vitoria, el Estatuto de Autonomía de la Asamblea de Parlamentarios vascos en una magna asamblea a la que asistieron 20.000 personas. Entre las ausencias destacan las de los representantes de UCD, los parlamentarios navarros del PSOE y la esperada de los representantes de Herri Batasuna.

Antes de iniciarse el acto se produjeron algunos Incidentes que no revistieron gravedad al tratar de penetrar en la tribuna presidencial (donde se habían acomodado 3.000 concejales, alcaldes, diputados, junteros y parlamentarios) un grupo de encartelados que portaba una pancarta de Euskadiko Ezkerra («Con el Estatuto, presos a la calle y ahora a Euskadi»). Este grupo se enfrentó verbalmente con el servicio de orden del PNV, pero la mediación de los diputados y junteros de Euskadiko Ezkerra solucionó el problema.La colocación bajo la presidencia de una pancarta del PNV («A favor de la soberanía») provocó el enfado de un sector del público, que gritó insistentemente « ¡Fuera, fuera! », hasta que fue retirada a un lateral. La militancia del PCE protestó también el intento de un joven de descolgar una pancarta que aquel partido había colocado en una de las torretas de iluminación del estadio.

Los gritos fueron acallados por la voz del diputado general de Alava, señor Guevara (PNV), que en una breve intervención dijo, entre otras cosas: «El pueblo vasco quiere, y lo va a conseguir, vivir y perdurar en paz, ejercitando responsable y generosamente su imprescriptible derecho al autogobierno. Defendemos el proyecto de Estatuto de Autonomía, reclamando su inmediata promulgación, porque. así es como hoy se puede mantener nuestra identidad, recuperar nuestra libertad, reconstruir nuestra casa y asegurar el futuro que este pueblo merece. »

En euskera y castellano se leyó luego el documento de apoyo y ratificación del Estatuto vasco que, a continuación, firmaron representantes de 228 ayuntamientos, diputaciones y Juntas Generales. En nombre de los parlamentarios forales y concejales navarros firmó el acta Manuel de Irujo, momento en el que el estadio tronó en gritos de «Nafarroa, Euskadi da» («Navarra es Euskadi»).

Mientras esta larga ceremonia se desarrollaba, en los accesos al estadio, Txíki Benegas, del PSOE, y el presidente del PNV, Carlos Garaicoetxea, discutían el reparto de carteras del CGV, que tan conflictivo está resultando.

Cerró el acto el presidente de la Asamblea de Parlamentarios vascos, el senador del PNV Michel Unzueta, quien calificó el Estatuto de Autonomía de Guernica como «el grito nacional vasco por sus libertades». Tras señalar que hacía falta ser ciego o suicida para ignorar el enorme significado de la magna asamblea, el señor Unzueta dijo: «No buscamos ventajas a costa de nadie, porque tampoco las aceptamos para otros a costa nuestra. Debe quedar claro para quienes nos contemplan desde fuera de Euskalerria que nuestra responsabilidad, en este trance, es la de buscar un proyecto de convivencia solidario con los demás pueblos del Estado y útil para nuestra personalidad. Esta justa aspiración, legitima por sí sola el derecho de la comunidad vasca a dotarse de unos instrumentos y medios de poder político, según su sentir mayoritario, la responsabilidad de los demás radica en saber comprenderlo y aceptarlo. »

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Momento histórico

Todos los asistentes a la celebración de la magna asamblea coincidieron en considerar el momento como histórico y lo relacionaron con la asamblea de alcaldes vascos, que en 1931 ratificó en Estella (Navarra) un estatuto de autonomía.

Manuel de Irujo, ex senador del, PNV y ministro en la Segunda República, declaraba a EL PAIS: «Hoy, como en 1931, el pueblo vasco, representado a todos los niveles, ha dado una prueba palpable de su deseo de afirmar su identidad dentro de la ley para que el futuro nos encuentre a todos los que de él formamos parte, sea cual fuere nuestra ideología y clase social, dentro de una normativa que tenga por base nuestra propia personalidad vasca con derechos y obligaciones.»

Otro viejo luchador, Ramón Rubial, ex presidente y miembro de la gestora del PSOE y hasta la fecha presidente del Consejo General Vasco, calificaba la asamblea del domingo como «un alarde, como demostración de todos los vascos, frente al gobierno de la prisa que tiene el País Vasco por que el Estatuto de Autonomía entre en vigor».

Políticamente, la magna asamblea tenía para Xabier Arzallus, del PNV, un doble significado: «De cara al poder central, la demostración, a través de los hombres que ostentan una representación popular a todos los niveles, del respaldo que la inmensa mayoría de los vascos dan al Estatuto; y de cara al propio pueblo vasco, la manera de acallar las voces de aquellos que han discutido la legitimidad del Estatuto en su origen y en su fondo.»

Coincidía con el señor Arzallus en este doble análisis del acto Mario Onaindía, secretario general de Euskadiko Ezkerra, quien aboga por la unidad de todas las fuerzas -Herri Batasuna incluida- para sacar adelante el Estatuto. «La asamblea que hace dos meses proponía Herri Batasuna, no tiene sentido hoy, después de que en Vitoria el Estatuto ha sido refrendado por representantes de todos los organismos populares, con cargos elegidos a partir de las elecciones municipales. Pedimos responsabilidad a Herri Batasuna para que colabore. »

Preocupa la ausencia de UCD

La ausencia de UCD en el acta, justificada por el desacuerdo de este partido con la disposición adicional del proyecto, provocó profundo malestar entre los asistentes. «Es una ausencia sorprendente», afirmó el presidente del PNV, Carlos Garaicoetxea. «Los representantes de UCD en el País Vasco nos habían asegurado que iban a asistir. Habrá que creer que han recibido alguna orden superior y si es así debemos ser pesimistas sobre el talante del Gobierno a la hora de resolver el problema del País Vasco. »

Esta opinión era corroborada por Xabier Arzallus, quien afirmaba: « Es un error su ausencia precisamente en un acto de apoyo a un estatuto posible frente a posturas radicales.»

Juan María Bandrés, que calificó la ausencia de UCD como un «rasgo de debilidad», declaró que prefería no creer que la decisión había partido de Madrid. «Es incongruente que UCD votara a favor del Estatuto y no esté aquí. »

«Quizá», considera Marcos Vizcaya, «UCD no quiere que en los próximos meses, en plena negociación, le recordemos que estuvo en Vitoria apoyando el Estatuto.

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