Comieron carne humana para sobrevivir a un accidente de aviación
Los dos supervivientes de un accidente de aviación ocurrido hace un mes en el estado norteamericano de Idaho confesaron ayer que se vieron obligados a comer trozos del cadáver del padre de uno de ellos, mientras esperaban infructuosamente, entre la nieve, la llegada de auxilio.Brent Dyer, de veinte años de edad, y su cuñada Donna Johnson, de dieciocho años, declararon que se habían alimentado de carne del cadáver del padre de la muchacha, Donald Johnson, que falleció en el accidente. Los dos jóvenes dijeron que la decisión de comer carne humana la tomaron después de haber pasado varios días sin alimentos.
En unas declaraciones en exclusiva al diario Leader-Post, que se publica en Regina, capital de la provincia canadiense de Saskatchwan, Brent Dyer explicó las circunstancias del accidente sufrido por una pequeña avioneta privada donde viajaban los dos jóvenes, el padre de Donna Johnson y el piloto.
Los tres pasajeros se dirigían desde Estevan, su ciudad de residencia en Canadá, a Kennel, un pueblo de Idaho donde debían recoger un cachorro. La avioneta se estrelló en las montañas de White Cloud.
El piloto sobrevivió al accidente, pero desapareció de inmediato, presumiblemente en busca de auxilio. Su cadáver se encontró semanas más tarde a menos de dos kilómetros del lugar del choque. Donald Johnson, de cincuenta años, resultó gravemente herido y antes de morir entregó su chaqueta de cuero a su hija Donna.
Donna Johnson y Brent Dyer decidieron comer trozos del cadáver de Donald, después de «hablar con Dios y rezar». El joven declaró al periódico canadiense que dijo a su cuñada: «Tu padre ha muerto, pero quiere que nosotros vivamos, por eso te dio su chaqueta»...
«No estamos avergonzados de haber comido carne humana», prosiguió, «porque sabíamos que era correcto. Dios nos dijo que era correcto, y sabíamos también que era lo que Donald hubiera deseado que hiciéramos.»
Tras esperar más de dos semanas la llegada de algún equipo de rescate, los dos jóvenes abandonaron el lugar del accidente y consiguieron encontrar auxilio cinco días después, caminando entre la nieve.
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