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El andarín de su órbita

Un escriba de cultura mayormente cinematográfica -hay muchos-, le llamaría a esta crónica La soledad del corredor defondo (sin haber leído la novela correspondiente). Yo la titulo El andarín de su órbita, que es título juanramoniano que al final se le puso a. uno de los incontables libros póstumos de Juan Ramón. (Ayer he encontrado otro.)El escritor en general es andarín de su órbita (por eso se ha afirmado que escribe siempre el mismo libro, y no digamos el mismo artículo: así debe ser, personalidad es reiteración, estilo es insistencia, lo que no es corroboración es plagio). Pero el escritor Miguel Delibes en particular ha acotado una órbita castellana muy concreta y la ha caminado una y otra vez literariamente. No sólo literariamente, sino pedestremente, porque el otro domingo (y esto es lo que nos le hace y me le hace noticia, aunque para mí lo es siempre) se ha hecho el maratón peatonal Valladolid/ Palencia, a la cabeza de una basca de ecologistas, entre los que había algún hijo del escritor.

La otra tarde me lo preguntaba el eminente doctor Ortiz Vázquez (yo, por las tardes, o voy de médicos o voy de cabecitas locas, boquitas pintadas y corazones solitarios):

-¿Hace usted algún ejercicio físico, Umbral? ¿Pasea, al menos?

Paseo, doctor, pero no me hago todas las tardes un Valladolid/Palencia, como Miguel, a sus cincuenta y tantos. Demasiado para mi cuerpo. En todas las entrevistas me preguntan si Miguel Delibes es mi maestro. Yo creo que es más bien mi preceptor, mi institutriz, mi Rotenmeyer, mi epístola moral a Fabio, mi director espiritual, porque no sólo me ha enseñado a escribir (si es que he aprendido), sino que ahora me está enseñando a andar.

Lo más que uno camina es de la puerta del periódico al taxi (que está en la puerta), pero Miguel Delibes, no sólo ha levantado un mundo real, documental y literario entre Valladolid y Palencia, como Proust entre París y Balbec, sino que encima se va a pie de Valladolid a Palencia, iguala con la vida el pensamiento, anda.

Eso es lo que nunca hubiera podido hacer Proust: llevar su asma de París a Balbec a pie. Viene el profesor de una Universidad norteamericana a hablarme de libros míos que yo ni siquiera conozco ni recuerdo (por algo será) y le digo que el escritor español, desde Galdós, es de mesacamilla, sedenterio. No vive. Nuestros últimos grandes zascandiles fueron Espronceda y Larra. Corpus Barga explica muy bien cómo Espronceda debiera haberse acostado con Dolores Armijo y Larra con Teresa. Eran parejas cambiadas. No habría habido romanticismo, con la tesis de Corpus, ni disparo ni Canto a Teresa. Hoy, con el swinging (cambio de parejas), Larra no habría tenido que pegarse el tiro, aunque Sainz de Robles sostiene que sólo estaba probando el arma:

- Querido don Federico Carlos, hace usted de nuestro primer romántico un carabinero distraído.

Baroja parece que vive, pero sólo viaja. Tierno quiere inventarse la medalla de San Isidro para dársela a Sainz de Robles. A ver qué dice San Isidro. Miguel Delibes, que es mi Etica a Nicómaco, por si me hubiera dado pocos y mal aprovechados ejemplos morales, literarios y laboriosos, ahora me da el ej em plo de andar, eso que Ruano en un libro llamó la alegría de andar.

¿Pero adónde vas tú, Miguel, loco, andarín, carroza, tan de mañana, camino de Palencia, qué se te ha perdido a ti en Palencia, no ves que te estás matando y que tu ejemplo puede acabar con nosotros? (Los buenos ejemplos son mucho más funestos que los malos.) De vuelta de la literatura y de la política, a la hora del desencanto, reencuentra uno el paisaje maternal, no ya para hacer literatura, sino pedestrismo. No para escribirlo, sino para vivirlo. Así Pavese con su Piamonte, así Miguel con su Castilla, así el mondaine Proust, que en el fondo es un escritor de pueblo. Delibes es ya, en Valladolid, un grupo escolar y un premio literario. Ahora se ha hecho una paliza de kilómetros a través de su propia escritura, que es paisaje. Estás viviendo tu posteridad bajo la forma de tu ecología, Miguel. Aquí en Madrid andamos al premio, al cóctel y a conseguir la oficina de prensa de un Ministerio, Miguel.

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