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Compromiso "centrista" en el Partido Comunista francés

El XXIII Congreso del Partido Comunista francés (PCF), finalizado el domingo último, sancionó una línea política de compromiso o «centrista» encarnada por el secretario general reelegido, Georges Marchais, su informe y la resolución final aprobados por unanimidad, así como el cese como miembro del secretariado de Roland Leroy, valorado los últimos años como el «duro» de la ortodoxia, se estima que consolidan la autoridad del secretario general.

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Tras la ruptura de «la unión de la izquierda» forzada por el PCF. Tras el renacimiento del neoestalinismo, caracterizado en el interior el partido por el rechazo de todo intento de contestación y en el exterior por un antisocialismo violento. Tras el relanzamiento de un ultranacionalismo «(beba francés», rezaban en el congreso de Saint Ouen los carteles que promocionaban el aperitivo ofrecido a los participantes) que ha hecho del PCF el enemigo número uno de la construcción europea y que, paralelamente, ha favorecido el deshielo de sus relaciones con la URSS. Después de todos estos hechos que, añadidos a las consecuencias de la crisis económica occidental, han desmovilizado a la izquierda francesa, ¿cuál va a ser la nueva estrategia política del partido que ha hecho célebre y perenne el dilema, según el cual, «con el PCF no se puede hacer nada en Francia y sin él tampoco?»El XXIII Congreso no ha aportado una respuesta clara a la cuestión precedente. En vísperas del discurso inaugural del señor Marchais, de cinco horas de duración, en el que chequeó la salud y las perspectivas del comunismo galo, se dijo que éste sería el congreso de la «glación». Él afirmó que sería el de la «apertura». Al final, ni lo uno ni lo otro. En efecto, si el balance global de los países socialistas es «positivo» también se ha reconocido que estos pueblos continúan desconociendo «la exigencia democrática universal de la que es portadora el socialismo».

Las violencias contra el Partido Socialista no han cedido en el congreso, pero se concede «prioridad absoluta a la unión en la base» y, más aún, no se excluye «la perspectiva de alianza con el Partido Socialista». El nacionalismo a ultranza y la oposición radical a la ampliación del Mercado Común continúan vigentes tras el congreso, pero el señor Marchais asegura que «el eurocomunismo no ha muerto».

Cambio de equilibrios

El domingo último, a la hora de la composición de las instancias dirigentes, surgió la gran sorpresa de este congreso: la «caída» del señor Leroy como miembro del secretariado. Este hecho evidenciaría el refuerzo de la autoridad del secretario general. Pero sería aventurado profetizar que al «dogmatismo Leroy» le ha sucedido el «Iiberalismo Marchais». Los observadores más atentos a la evolución de los mecanismos y personas en el seno del PCF analizan con mucha prudencia este nuevo cambio de equilibrios en la dirección del partido: «Leroy no es ni más ni menos eurocomunista que Marchais», nos declaraba un congresista al finalizar los trabajos en la periferia parsiense. Puede decirse que la línea política definida por el XIII Congreso es lo bastante indefinida como para que la dirección, en cualquier momento, pueda «gira en el sentido que le convenga.A la vista de los resultados del XXIII Congreso, ¿cabe imaginar una mejora de relaciones entre los comunistas españoles y franceses? El señor Gallego, diputado electo por Córdoba, jefe de la delegación del PCE, respondió a EL PAÍS: «No he observado nada que impida una cooperación y una coordinación más estrecha y sistemática entre todos los partidos comunistas occidentales, como lo probaría la alusión al eurocomunismo de Marchais. Ahora bien, concretamente entre los comunistas españoles y franceses existen determinados problemas, sobre todo el de la entrada de España en la CEE.»

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