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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Democracia y sistema electoral

Las recientes elecciones legislativas británicas me han llevado a reflexionar sobre la validez de dichas consultas y del sistema democrático en general que impera en Occidente.Es preciso reconocer que la amplia gama de derechos y libertades inmanentes a todo Estado de Derecho constituye una importante y nada desdeñable conquista del movimiento obrero en su larga andadura histórica. Pero es igualmente necesario reconocer que dichas libertades son más que insuficientes y a menudo adquieren un carácter puramente formal.

En efecto, no se precisa un análisis exhaustivo para advertir que en la mayoría de los países que conforman el cínicamente denominado «mundo libre», las leyes electorales favorecen, mas o menos descaradamente, la opción continuista. Así, en el Reino Unido el ganador de cada circunscripción se erige automáticamente en diputado, con lo cual los partidos situados a continuación no obtienen representación, que es monopolio casi

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exclusivo de los dos grandes y sempiternos partidos (el Laborista y el Conservador). También en España la normativa electoral otorga a las zonas rurales, tradicionalmente dominadas por la derecha, una representatividad proporcionalmente mayor a la de las grandes ciudades.

Y es que la democracia real no es el derecho a votar sobre asuntos secundarios. No es el derecho a designar gobernantes que más tarde decidirán, sin ningún tipo de control, sobre cuestiones esenciales. Ni tampoco consiste en convocar electoralmente a la gente para abordar cuestiones incomprensibles o cuestiones carentes de significado para ella. «El dominio real -en palabras de F. Engels- consiste en poder decidir por uno mismo cuestiones esenciales con pleno conocimiento de los hechos relevantes.» Para ello se precisa una transformación cualitativa de la información y de los medios de difusión de la misma. Objetivo que comporta necesariamente un cambio de estructuras. Pero, aún así, la prensa que se precie de ser democrática (como es él caso del diario a quien dirijo esta misiva) deberá, si quiere hacer honor a su calificativo, hacer de la labor informativa algo más que la presentación al sufrido lector de una letanía de datos descontextualizados de la realidad social en que se halla su mido. De lo contrario, que nadie se sorprenda de los elevados índices de abstención en los comicios, especialmente aquellos que conciben la política como una práctica elitista que las aborregadas masas no pueden realizar. A éstos la Historia no les absolverá.

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