El quite del arenero-prestidigitador
Personalmente, lo que más me gustó de la novillada de Las Ventas fue el quite del arenero. Gallito de Zafra había caído sentado, a la salida de un par de banderillas por los adentros, y el toro iba a cornearle, cuando surgió el arenero, medio cuerpo fuera de la barrera (el otro medio en el callejón, a buen recaudo) e hizo el quite. No una vez, sino muchas, primero con la voz, luego con la gorrilla, después con no sé cuántas cosas, que se debía sacar de la manga, como un prestidigitador.Le aplaudieron, pero muy poco, menos de lo que merecía. Antes -muchos años atrás-, los quites se aplaudían siempre con calor, aunque fueran desde el callejón, mientras ahora la mayoría ni los advierten. Quizá sea que los públicos no gustan de los detalles, sino del por mayor, me temo que no sólo en la fiesta de toros. Por esta razón no aplaudían al areneroprestidigitador, y sí a Gallito de Zafra, que había entrado por cuarta vez a banderillas. Cuantas más, mejor. Antes había colocado dos pares por las cercanías del cuarto trasero y otros dos, limpiamente, en la arena, de tanto aliviarse en la reunión.
Plaza de Las Ventas
Novillos de Soto de la Fuente, correctos de presencia, mansos, de poca casta. El segundo, condenado a banderillas negras, muy noble el quinto. Gallito de Zafra: estoconazo (petición de oreja y vuelta). Estocada, rueda de peones y descabello (oreja). Fernando Vera: pinchazo y otro hondo (aplausos y salida a los medios). Estocada atravesada que asoma y descabello (vuelta). Juan José Mora, debutante: pinchazo muy bajo y bajonazo (silencio). Dos pinchazos bajos, media junto a una oreja, dos pinchazos pescueceros, dos descabellos y rueda de peones (silencio). Muy mal la presidencia, que autorizó salieran los caballos de picar con manguitos.
Pero son detalles, ya decimos, que dan igual. El caso es la cantidad, y de eso fue el público bien servido con Gallito, que pegó pases hasta a su sombra. Entiéndase, con valor; entiéndase, con una exageración de gestos, como si tuviera delante a auténticos pregonaos, y ese Po era el caso, pues sus novillos resliltaron manejables. Un tro pezón aquí, un pechugazo allá, un achuchón acullá, venga el circular, se metió al público en el bolsillo. Uno entiende que toear es algo mir distinto, mas, a lo mejor, lo que uno no entiende es el mérito del por mayor. Cuando Gallito mató, en cambio, estuvimos todos de acuerdo. se va detrás de la espada como un jabato y su estoconazo al primero fue importante. En fin, que triunfó el hijo de Zafra.
La novillada salió mansa y descastada, pero se dejó torear, a excepción del segundo, que además de llevarse las banderillas negras acabó descompuesto y huido. Fernando Vera lo redujo con unas dobladas de gran calidad técnica y cuajó con ello lo mejor del festejo, arenero aparte. En compensación a este regalito, el quinto, muy boyante, era ideal para el éxito, y se lo dejó ir, unas veces por no templar las embestidas, otras por no mandar en los remates. Sólo una serie de derechazos tuvo el sabor y el ritmo adecuados a la nobleza del animal. Demasiado poco es, en quien está anunciado para la feria de San Isidro.
El debutante habitual era, en esta ocasión, Juan José Mora, un torerito muy joven, a quien, posiblemente por esta razón, se le vio verde. Muy pendiente de componer la figura y muy poco de torear, ni corría la mano, ni remataba, ni ligaba, y su actuación resultó deslucida. En el último, además, dio el sainete a la hora de utilizar el estoque. A Madrid no se puede venir así; a Madrid hay que venir con el oficio bien aprendido, o a pegar pases hasta meterse al público en el bolsillo, caso Gallito de Zafra. Que Madrid-Ventas tiene una categoría, y aquí todos somos muy sabidos y muy escribidos. Aquí hasta los areneros hacen quites y se sacan cosas de la manga.
Babelia
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