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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Justicia para todos

Desde el fondo de mi indignación y preocupación más sinceras le escribo estas líneas de repulsa por la «fuga» de Lerdo de Tejada, terrorista de los más implicados en el quíntuple asesinato de los trabaja dores abogados laboralistas de Atocha. Es maravilloso comprobar cómo los que atacan por sistema al régimen democrático se aprovechan de los beneficios apenas conseguidos en algunos de los aspectos y los llevan a la práctica tan descarada y escandalosamente. Más parece que los presos somos los que caminamos por las calles sin garantías de seguridad y con tan pobre perspectiva de justicia. Dejando a salvo, no obstante, un va lioso grupo de verdaderos defensores que siguen atados de pies y manos y casi con mordaza para que la justicia no aflore con la verdad.Me maravilla saber de esa «celebración de aniversario» del asesinato de Atocha por los monstruos «patriotas». Celebraron la masacre con «langostinos y cerveza en cantidad», porque la cárcel es para ellos corno un hotel de muchas estrellas. Qué diferencia de aquellas prisiones franquistas en donde las estrellas no se veían ni por la noche. Es posible que se vieran y muy claras cuando los castigos, siempre a punto, se cumplían en carne viva. Y la cerveza, ¿cómo era la cerveza? Allí no había cerveza, ni siquiera agua clara. Piense en una celda del penal de Ocaña, donde todo el confort se reducía a un agujero en forma de taza en un rincón. Allí no había agua, ni luz, ni aire, ni langostinos, ni pan. Las rejas, que vistas desde la calle parecen más grandes, allí se descomponen en la mitad porque una ventana sirve a dos celdas. Celdas individuales donde se amontonaban y vegetaban once mujeres en edades comprendidas entre los dieciséis y los cincuenta años. El agua para beber, lavarse y el servicio, si podía ser y había suerte en salir al patio, la teníamos en tres cubitos de mano y dos botijos. Repartir aquella agua era una verdadera obra de arte. Señor director, no es ánimo de revancha. Si hay algo a lo que respeto más que a nada es a una persona con las esposas puestas. No quiero torturas ni castigos denigrantes, con la democracia no. Eso sí. Que la justicia se cumpla clara y limpiamente y sobre todo que España es de todos los españoles y que desde luego no debe de haber lugar para los terroristas de ningún signo.

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