Peugeot y Renault presionan al Gobierno francés para alejar la competencia norteamericana
La región francesa de Lorena, la perjudicada número uno a causa de la crisis del acero, que ha perdido cerca de 30.000 puestos de trabajo como consecuencia del plan de reestructuración de la siderurgia, va a aliviar su suerte gracias a la industria automovilística.
Las marcas francesas Peugeot-Citroén y la Renault anunciaron ayer su implantación en diversos puntos de la región si el Gobierno declina las propuestas norteamericanas; desde ahora y hasta 1983 se crearían 6.000 empleos.Con esta iniciativa, los constructores franceses pretenden neutralizar a los dos «monstruos» norteamericanos, General Motors y, sobre todo, Ford, que han mantenido conversaciones recientes con los responsables franceses para establecer en el Norte y en Lorena una base europea de su industria.
El Gobierno francés declaró ayer que los proyectos de las casas norteamericanas «no se han abandonado». «Dentro de pocos días -declaró el ministro de Industria, André Giraud- los poderes públicos decidirán sobre este particular, teniendo en cuenta el proyecto más favorable para Lorena y, los intereses de la industria francesa.»
En este sentido conviene anotar que Renault es una empresa nacionalizada y que Peugeot-Citroën el verano último absorbió a Chrysler.
Los constructores franceses estiman que sus ofertas son más interesantes que las de sus colegas norteamericanos, porque proponen empleos cualificados que beneficiarán a los parados de la región y porque sus instalaciones se repartirán estratégicamente considerando las necesidades y el equilibrio de esta zona.
Continuidad para Chrysler España
En el Consejo de Ministros celebrado el 27 de octubre pasado se aprobó la compra del 97,54% de Chrysler España por Peugeot-Citroën. Con la práctica adquisición de Chrysler Italia y Chrysler Gran Bretaña, la empresa se convierte en el primer productor europeo y el quinto mundial del sector automoción.El presidente de Peugeot-Citroën, Jean Paul Parayre, al dar a conocer la decisión de comprar las tres filiales de la norteamericana Chrysler en Europa anunció cuál iba a ser la política a seguir. El primer punto de su estrategia consistía en la descentralización máxima de la gestión de cada sociedad integrante del grupo. El segundo, mantener la independencia «recíproca» y la personalidad de cada constructor en sus redes de distribución, la gama de sus productos y la imagen pública. El tercero, el desarrollo de las economías de escala que «permitan homogeneizar componentes y suministros para reducir costes».
Con respecto a la filial española, que se considera como «completamente particular», y para salir al paso de las «reservas» que algunas organizaciones sindicales hacían sobre la continuidad de los trabajadores de Chrysler España en sus puestos de trabajo, el presidente de Peugeot-Citroën se mostró dispuesto a hacer una «declaración de principios» en el sentido de garantizar el pleno empleo y la salvaguarda financiera y social con respecto a los Compromisos del grupo Chrysler.
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