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Acto político-cultural en torno a las "Memorias", de Brejnev

Ayer se presentó en Madrid el libro Memorias, del secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leónidas I. Brejnev, en acto convocado por la embajada de la URSS en Madrid y Ramón Mendoza Editor. Actuaron de presentadores el académico y escritor Guillermo Díaz Plaja y Antonio Hernández Gil, ex presidente de las Cortes y catedrático de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense.

En el curso del acto, al que asistieron un centenar de personas del mundo político y cultural madrileño -Santiago Carrillo y Alfonso Guerra encabezaban la representación del PCE y del PSOE, mientras que UCD y CD brillaban por su ausencia-, el embajador de la URSS, Yuri Dubinin, pronunció unas pala bras en las que destacó que Leónidas Brejnev declaró recien temente que «para la Unión Soviética la geografía de la cooperación pacífica abarca ahora también a España». El embajador concluyó diciendo que su país es favorable al continuo desarrollo de sus relaciones con España.«En esto de las Memorias -declaró a EL PAIS Antonio Hernández Gil- creo que hay que distinguir entre historia, crónica y memorias. La historia actualmente es una disciplina científica que requiere un conocimiento completamente neutral y riguroso. La crónica es algo que historiográficamente no forma parte de la historia, podría ser un material de estudio para la misma. La gran crónica de nuestro tiempo es el periodismo en su más amplia acepción.»

« Lo que destaco como lector español de estas Memorias de Brejnev -añade Antonio Hernández Gil- es el escaso protagonismo que concede a la persona del autor, en el sentido de que evita o minimiza lo estrictamente íntimo para poner de manifiesto, sobre todo, su intervención en los hechos sociales, en relación con otras personas. En estas Memorias predomina sobre todo la acción. »

El libro presentado ayer en Madrid no son exactamente unas memorias, o no lo son totales. Leónidas I. Brejnev escribe, básicamente, tres recuerdos amplios de tres épocas concretas de su vida: La tierra pequeña es el título del primer fragmento en el que el secretario general se muestra decididamente pacifista. «No debe haber guerra jamás», concluye el capítulo. El segundo fragmento, Resurgimiento, se refiere básicamente a la fase de la posguerra, en la que el objetivo prioritario era la reconstrucción de la vida económica y social cotidiana. Tierras vírgenes es el título del tercer fragmento y corresponde a los esfuerzos por industrializar unas extensas áreas de la estepa. Como señala Hernández Gil, el texto es parco en datos personales sobre el autor, hasta el punto de que las referencias biográficas, extractadas por el ex presidente de las Cortes, se reducen a unas pocas líneas: «Su padre fue obrero. Su abuelo, campesino. El autor recuerda de su infancia la agilidad para nadar y el vuelo de los bandos de palomas sobre los tejados. Probó sus fuerzas en el trabajo fabril y en el agrícola. Cuatro años enteros estuvo consagrado totalmente al campo. Retorna luego a la fábrica...»

«Muestra interés por los libros -añadió Hernández Gil-. Le complace el trato con escritores y artistas. Alude a su vieja inclinación por la poesía. Le seduce especialmente el lirismo de Abái. Cita a Puhskin, a Tolstoi y a algún clásico de la literatura kazaja. Menciona como obras de arte El Don apacible y Campos roturados. No le infunde temor la enfermedad. Confiesa que le gustan mucho los raviolis. Siente admiración por "las potentes empresas y los campos en. flor". La edición española del libro -concluyó el ex presidente de las Cortes- tiene un señalado valor cultural. La cultura propicia la comprensión, y ésta se ve facilitada con el conocimiento de los pueblos y de los hombres que rigen sus destinos. »

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