"Nuestra primera etapa consistirá en devolver la confianza al pueblo"
Pregunta. Desde su perspectiva marxista, ¿qué cree que puede aportar corno primer alcalde comunista de una capital española?Respuesta. Parece que en efecto no hay precedente ni jurisprudencia de conducta, hemos de crearla. Sé que es un riesgo muy grande. Nos mira esa Europa llamada libre, yo diría que una parte dé América y del mundo. Hay un sentido de responsabilidad y riesgo. Pero todo ello está escrito y previsto, Análisis en Carlos Marx y por supuesto en nuestra conferencia nacional del 21 y 22 de enero, en Madrid. Estamos asumiendo la contradicción marxista de ser a la ,vez partido de lucha y partido de Gobierno. Nos introducimos en un esquema, en un aparato de derechas con la misión de defender la legalidad y a la vez intentar superarla hacia la transformación en una sociedad socialista. Esto nos obliga a definir nuestra postura. En la primera etapa, ya lo estamos palpando en los barrios de Córdoba, será la de devolver la confianza al pueblo. Al funcionariado, que más allá de ser o no rescatable, tiene ganas de participar. Con esta confianza ni a mí personalmente ni al colectivo de los veintisiete concejales que vamos a formar el Ayuntamiento no nos importan trabas legales jurídicas o económicas. Podremos superarlas. Para mí eso es básico.
Estaremos de acuerdo con las reivindicaciones populares, con una serie de movimientos que van a surgir de estas capas, y como piezas del mecanismo legal, que sigue siendo de derechas, defenderemos esa legalidad intentando a la vez que el movimiento popular vaya hacia adelante, transformadoramente. Habrá que superar recelos, colectiva y particularmente.
Diálogo y comunicación con los vecinos
P. Uno tras otro, se les van a acumular los problemas...R. Para mí no hay más que uno fundamental. Para los otros están los juristas y los técnicos. El problema es que el pueblo de Córdoba asuma la responsabilidad que en estos momentos ha recaído, no sólo sobre nosotros, sino sobre toda la ,colectividad ciudadana. Hay ahora muchos sectores exultantes de alegría porque intuyen que algo nuevo se abre. Ello es el diálogo y la comunicación con los vecinos. Con todos aquellos que quieran llegar al Ayuntamiento a plantear su crítica. Pero, eso sí, se aceptará la contestación que lleve unida una altenativa. Se van a abrir esos canales. La pesada carga de largos años de apoliticismo -en el sentido peyorativo-, de acumulación de actitudes grises, de inhibiciones, de egoísmos particulares y generales, pienso que la tenemos que superar fundamentalmente. Una ciudad que quiere transformarse, un Ayuntamiento que quiera transformarla, unos concejales, unos funcionarios, unos trabajadores que quieren modificar lo que hay, no es labor imposible.
P. ¿Y si la contradicción se establece entre Ayuntamiento y partido'?
R. Es la misma. Pasa por ello. Es el mismo, tema que se debatió en la conferencia nacional del partido. Es posible que cualquier día el secretario local del partido tenga que hacerle una crítica a los concejales o al alcalde de Córdoba. Nosotros tendremos autonomía. La política municipal de cada partido la hace cada pártido, y los hombres que cada partido intentarán aplicarla. Pero los partidos no deben olvidar tampoco que allí hay una realidad distinta, donde hay que estar con otros concejales que están en el Gobierno. Iremos a la contradicción. Somos conscientes. Nosotros y los partidos, por lo menos el nuestro.
P. La necesidad de austeridad les plantea otro problema. Un alcalde de derechas que niegue una petición, se discuta o no, es congruente. Pero un ayuntamiento de izquierdas que desatíenda peticiones vecinales...
R. Nuestra llegada al poder municipal no es la llegada de un Ayuntamiento de izquierdas. Somos una mayoría de concejales de izquierdas en un Ayuntamiento de derechas. De cualquier forma habrá que apelar a la capacidad de análisis de los implicados en un eventual conflícto. Los hombres de izquierdas, insisto, aportaremos el diálogo y la comprensión del problema.
Hay que recuperar la calle
P. ¿La distribución del presupuesto beneficiará prioritariamente a las barriadas y no como hasta ahora a los sectóres habitados por la burguesía?R. La cosa es muy fácil. Cuando la ley dice que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y lo recuerda la Constitución, se trata simplemente de considerar que aquellos barrios que tienen problemas de equipamiento, semáforos, pasos de peatones o límpieza, por el propio principio de igualdad que la Constitución recoge, nadie, absolutamente, podrá pedir prioridad por su zona, es decir, que ésta vendrá marcada por la realidad y analizada por el sentido común y la honestidad. Recoger este principio es sencillamente estar de acuerdo con la Constitución.
P. ¿Y la fiscalidad entrará en la dialéctica centralidad-periferia?
R, La respuesta está en el origen de la pregunta y en la respuesta anterior. Se trata de que todos empleemos el principio de la igualdad y el de la solidaridad. Utilizar el argumento de «como yo pago más, debo tener mayores beneficios», es utilizar una petición de principios». La colectividad entiendo que debe ser utilizada en beneficio de las más desposeídos, a no ser que la palabra colectividad se utilice en el sentido de grupo de personas que detentan el poder económico social y político. El que unas zonas tributen más en beneficio de las más desposeídas es, ni más ni menos, que un principio de justicia distributiva, no sólo en los textos legales, sino que creo recordar que ya en Santo Tomás de Aquino.
P. ¿Cuánto va a tardar el Ayuntamiento nuevo en cambiar la ciudad, lavar su cara, « hacer sábado», que dicen las mujeres andaluzas?
R. Eso puede ser cuestión de poco tiempo si la población asume esa tarea que ella ha provocado. Pero ya convendría hacer una pequeña cala de aquí, hay problemas más profundos. Se trata del análisis de una sociedad que con su consumo, pisos como desideratum en barrios dormitorios, en los que el sancta sanctorum está ocupado por el santísimo de la televisión, al individuo lo ha despersonalizado y ha dejado la calle como lugar de tránsito y de arrojar basuras, cuando debería ser el de la convivencia. Este es, fundamentalmente, un problema de cultura, de asunción del habitat. Y tenemos que esta luchando contra esta cultura, consumista, y considerar a la calle, como parte del habitat. Si esto lo conseguimos, el joven y el niño recuperarán la calle. La primera llamada a la población va a ser que ella recupere, en la medida que pueda, en colaboración con el Ayuntamiento, la limpieza de las calles.
(Como un reguero corrió el rumor de un atentado o una amenaza de la ultra-derecha a Julio Anguita.)
P. ¿Teme la reacción de la insensatez?
R, Recuerdo aquello que dejó dicho Juan Ramón Jiménez en Platero y yo: «Los niños jugaban a asustarse ... » Yo creo que estos niños, un poco borricotes, juegan a correr bulos, a decir que han hecho barbaridades...
En el fondo les falta la imaginación. Les falta el valor y les falta la audacia y, sobre todo, el sentido común de reconocer que se han equivocado y que son objetos de museo, como piezas raras. No tengo miedo, en absoluto. Puede que cualquier exaltado intente cualquier tropelía, pero me parece que eso no va a llegar, porque hace falta un valor y un convencimiento auténtico en las ideas que se preconizan. Lo demás, es grito histriónico, bufonesco, irracional. No tiene ningún sentido.
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