Curvas peligrosas, niños muertos
«(...) Desvanecida la emoción y la conmoción del acontecimiento sólo queda esperar hasta el siguiente desastre sin que la Administración haya informado, se hayan adoptado medidas precautorias y correctoras, arbitrado ningún tipo de soluciones. ¿Cuántas víctimas lo son de ese largo inventario de curvas peligrosas, de esos miles de pasos a nivel sin barrera, de esos puentes angostos y de esos cambios de rasante sorpresivos y de la mala señalización de nuestras carreteras? ¿Cuantas víctimas lo son de viejos artefactos obsoletos con quince o veinte años de servicio y un entretenimiento de fortuna?Muchas son víctimas evitables adoptando simplemente decisiones administrativas de inspección de vehículos y de chequeo y puesta al día de los conductores. Son medidas elementales en los países que se llaman civilizados. (...)
Mientras toda la fuerza se nos va en la actividad política, cuyos protagonistas son unos cuantos cientos de personas, los grandes asuntos permanecen intactos, sólo evolucionan para agravarse. Ahí está la cremación de Los Alfaques o las increíbles masacres del Metropolitano de Madrid. No ha habido un informe claro, sincero y completo que ilustre el derecho de la opinión pública a conocer el estado de los asuntos que más directamente le conciernen. Ignoramos también si como consecuencia de la última tragedia escolar se adoptaron medidas bastantes.
En este país las cosas importantes están irremediablemente veladas. Hay un Ministerio de Transportes y Comunicaciones, un Ministerio de Obras Públicas y un Departamento de Industria, en la esfera central con sus correspondientes órganos territoriales. Existen a nivel local las Diputaciones y Ayuntamientos. Ya para empezar las competencias no están claras, los medios son quizá insuficientes y la coordinación no es planta que se prodigue en estos pagos. De vez en cuando una sacudida de desesperación -como en Parla- y de nuevo la calma del papeleo y la ineficiencia.
11 abril
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