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Investidura del presidente del Gobierno

Desconfianza hacia Suarez, su partido y su declaración de intenciones"

El líder de la oposición Felipe González dirigió un duro ataque político y personal al candidato a la presidencia del Gobierno, Adolfo Suárez, al que recordó, con citas textuales, su pasado franquista, al tiempo que le reprochó las acusaciones hechas recientemente a los socialistas como enemigos de la democracia y del pluralismo. El señor González atacó también al presidente de la Cámara, por la interpretación del Reglamento. El señor Lavilla hubo de señalarle, pasada la media hora de su intervención, que había transcurrido el tiempo previsto.El líder del PSOE lamentó que se hubiera sentado el peligroso precedente de la ausencia de debate y recordó que el telediario de las tres de la tarde no había transmitido lo ocurrido en el hemiciclo.

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El señor González manifestó la necesidad de un debate previo a la votación, sobre el que existía acuerdo mayoritario, por lo que UCD -según dijo- había sufrido una «derrota moral y material». Añadió que también era preciso conocer si el Gobierno sera monocolor, bicolor o tricolor y qué sectores ocuparán las respectivas áreas gubernamentales. «No es lo mismo -dijo- que los puestos económicos del Gabinete los ocupen oligarcas o personas sólo vinculadas a las empresas u otro tipo de ministros.» Seguidamente advírtíó que sí se hubiera producido debate, su intervención se hubiera centrado sólo en el programa. Al no haber sido así, expresó también las razones de desconfianza hacia la persona del candidato. Entre ellas aludió a las palabras del señor Suárez al tomar posesión como vicesecretarío general del Movimiento hace cuatro años, en las que se contenían elogios a «la paz de Franco». Asimismo, cuando tomó posesión como ministro del Movimiento, aludió a la «ingente obra del Caudillo». El líder socialista se preguntó si Suárez era sincero entonces o ahora «¿o insincero entonces y hoy?».

La desconfianza la extendió el señor González hacia el Grupo parlamentario de UCD por no haber cumplido su promesa de celebrar elecciones municipales hace veinte meses ni haber cumplido los acuerdos de la Moncloa, «excepto en la moderada reforma fiscal».

Por último, el señor González se refirió a las razones basadas en el programa de UCD para que los socialistas se opusieran a la investidura de Adolfo Suárez. Felipe González señaló que ún programa requiere la fijación de objetivos concretos y la precisión de los modos e instrumentos para cumplirlos, así como establecer un calendario y un índice de prioridades. Frente a eso, lo que ofrecía Suárez era -dijo- «una imprecisa declaración de intenciones».

Resaltó el señor González la conveniencia de lograr la coincidencia en materia de política internacional, pero señaló que no es congruente con los propósitos proclamados de contribuir a la distensión y a la paz mundial el objetivo de entrar en la OTAN, lo que supondría integrarse en un bloque militar. Otros temas, como la política de buena vecindad con África, los encuadró el señor González en la necesidad de pacificación del Magreb, que pasa por solucionar la situación del Sahara occidental.

Criticó la falta de alusión por parte del candidato a los marginados sociales, olvidando a los 400.000 jóvenes sin empleo. También señaló que los problemas de los pensionistas no deben vincularse a la proximidad o no de elecciones.

En materia económica, criticó que Adolfo Suárez no concretara los tipos de inversión ni el destino de los fondos públicos y ni siquiera hablara del presupuesto para el año actual. Especial atención dedicó a la imprecisión del candidato en torno a la política de empleo, a pesar de que medio millón de trabajadores de ambos sexos no tiene trabajo ni cobran seguro de desempleo.

En este punto, el señor Lavilla advirtió que había consumido su tiempo reglamentario. Felipe González enunció solamente temas como los de la energía nuclear, el medio ambiente y los consumidores, y concluyó señalando que de poco vale la autonomía municipal que proclama la Constitución si UCD declara en su campaña electoral que sólo los ayuntamientos regidos por personas del partido gubernamental tendrán asegurada una situación próspera y desahogada.

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