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Relevo con transfondo político

La entrega de la antorcha presidencial del Congreso por Fernando Alvarez de Miranda a Landelino Lavilla se configura como todo un símbolo de la nueva etapa parlamentaria surgida de las urnas el 1 de marzo. El aplauso que tributaron ayer todos los sectores de la Cámara al presidente saliente y los elogios de los distintos oradores al señor Alvarez de Miranda encontraron su contrapunto en las primeras escaramuzas de la oposición con el señor Lavilla, quien impuso sus decisiones con serenidad y firmeza.El informe que el señor Alvarez de Miranda rindió a la Cámara, en su calidad de presidente de la Diputación Permanente, tuvo el epílogo de unas palabras de gratitud a los diputados de la anterior legislatura, de quienes glosó la entrega y colaboración para lograr la Constitución que establece la democracia. Aludió a sus propósitos integradores, defendió con un acento de amargura contenida la conveniencia del relevo como práctica democrática saludable -en los bancos de la oposición se cambiaron miradas de complicidad, buscando en el argumento una alusión a Adolfo Suárez-, y convocó a todos a colaborar con el nuevo presidente de la Cámara.

El aplauso generalizado del hemiciclo fue el preludio a un rosario de gratitudes a Fernando Alvarez de Miranda, encabezado por el peneuvista Marcos Vizcaya, quien manifestó incluso lealtad al ex presidente. Manuel Fraga resaltó el buen pulso y la honestidad de un hombre capaz de rectificar, y el comunista Jordi Solé Tura le rindió también homenaje.

Fue el socialista Gregorio PecesBarba quien introdujo, en la felicitación al señor Alvarez de Miranda «por su actuación objetiva y al servicio de toda la Cárnara»,un mensaje envenenádo para el señor Lavilla, quien permanecía glacial en su sillón. El señor Peces-Barba recordó las buenas costumbres del anterior presidente al publicar los criterios interpretativos previamente a la celebración de las sesiones, y no como el actual, que había sorprendido a la Cámara con las normas por las que se estaba rigiendo el Pleno, lo que podría tener consecuencias políticas graves en temas como el debate de investidura.

El señor Peces-Barba había comenzado la sesión suscitando una cu,estión de orden, mediante la que expresó la extrañeza y protesta socialista ante la falta de publicidad de los criterios interpretativos dictados por el señor Lavilla. Este tipo de intervenciones, salpicadas de enumeración de artículos del reglamento, eran las que habitualmente producían el desconcierto del señor Alvarez de Miranda, deseoso de contentar a todos. Landelino Lavilla -que a la invocación de artículos reglamentarios contesta con una nueva serie de ellos-, no perdió los nervios en ningún momento y apeló a la práctica parlamentaria común de aprovechar la solemnidad de la sesión plenaria para ofrecer una primera publicidad de las normas.

En todo caso, por debajo del carácter reglamentista de las disquisiciones de Gregorio Peces-Barba -el hombre de las cuestiones de orden-, latía el descontento político de los socialistas ante el nuevo director de orquesta parlamentario, que no parece dispuesto a dejarse arrebatar la batuta. Una batuta firme y ligeramente escorada a la derecha.

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