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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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A don Landelino

Don Landelino, o sea, que congratuleisions por el empleo y como le digo una cosa le digo otra, que me parecen fatal esos juegos de palabras, tipo letrista de La Latina, que se vienen haciendo con su nombre y su apellido, que los letristas de La Latina son unos escritores castas y madriles y anónimos o pseudónimos, pero respetables como el que más, un respeto, y en cambio el personal político- periodístico, o sea la canallesca, pierde clase. cuando reduce su ingenio a la fonética, tipo Muñoz Seca.

Lo cual que yo me he metido alguna vez, o sea con usted, pero se, recordará, si es que llegó a leerme (que dicen los asilvestrados que usted sólo lee la Biblia Nácar Colunga), reconocerá usted, no sé si me sigue, que mi ingenio era más fino y no cayó ni caí nunca en el trástueque y trabucación de sílabas o la dureza de oído, ese oído de otros que alberga inconfesables parásitos, jefe.

Lo cual que no era éste el tema, sino pedirle un pase, don Landelino, para la cosa esa con leones, eso que hay frente al Palace y que usted preside -congratulesions ai no le había dado ya antes-, que está liade entrar, la burocracia mayormente, usted ya sabe, incluso siendo un clásico Rivadeneyra, como es uno, o un clásico Castalia, de los de Rodríguez Moñino, aquel rojazo, que ya no sé ni qué clase de clásico soy yo, don Landelino.

Lo cual que su predecesor, o sea Alvarez Miranda, en el cargo mayormente, me lo mandaba por el motorista de la muerte, que ya no era el de Franco, ni el de Jean Cocteau, sino un propio muy educado, la democracia con casco mismamente, y usted no va a ser menos, don Landelino, que el señor Miranda, me refiero, que los dos son cristianos, lo primero, y luego son demócratas, o sea los tiempos, que es lo que ha venido, y si Cristo les dio la lengua de fuego a unos pescadores no alfabetizados, el don de los idiomas, una academia Briam del Evangelio, no va usted a negarme a mí, apóstol de otros evangelios, pescador en otros ríos revueltos, analfabeto de buenas letras, el analfabeto más culto de España, no va usted a negarme -¿usted me sigue?- la credencial de entrar a su función, que ahora le dicen acreditación, pisoteando el castellano como siempre, que en la cena de Tamames ayer mismo (qué buen alcalde si oviera buen señor), un culto dijo la cosa educacional, en lugar de la cosa educativa, que es lo nuestro, Lamela creo que fue, el arquitecto, y en este plan.

Lo cual que dirá usted, don Landelino, que para qué quiero yo acreditación, pues mire, ya lo ve, que ya se ha hecho uno a la idea, que somos de derechas, España es de derechas, ya no hay que darle vueltas, la historia está de su parte, de parte de usted, don Landelino, y no digo Dios, porque es sabido que Dios está de parte de don Blas Piñar, que le ha visto primero.

O sea que quiero ver los toros desde la barrera, en la plaza partida del Congreso, aguafuerte de Goya, suerte taurina del XVIII/XIX, plaza partida España y sus Congresos y corridas, corridas y Congresos en las que España, España vallejiana muere siempre de la otra media, que ha de helarte el corazón, y no como cuando Machado, que ahora te lo escarcha en la KeIvinator o cualquier otro invento multinorteamericano.

Que no sé si me sigue, don Landelino, pero que quiero un pase, ya le digo.

Cautivo y desarmado el ejército rojo, las tropas nacionales han cubierto sus últimos objetivos municipales. La guerra ha terminado. Pero yo no quiero pasarme otros cuarenta años en las tabernas de Valladolid, escribiendo poemas míos de la generación del 27, ni en una mesa del Gijón, con Gerardo, García Nieto, Garciasol, Alvarez Ortega y Pavón, tan grandes escritores y amigos, debatiendo la acentuación del heptasílabo, el sexo de los ángeles, o el sexo de Rilke, que tampoco estaba nada claro. Yo quiero abono para la isidrada de la Historia, la sempiterna isidrada de la derecha española, con Solana y Goya como fotógrafos de prensa en el hemiciclo, el sagastacanovismo joselitobelmontiano que se nos anuncia e inviste. Lo cual que por la presente, gracia que espera merecer de usted, cuya vida guarde Dios muchos años.

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