Victorino Martín: un nombre en vez de un programa
En el cartel electoral de Galapagar, el ganadero Victorino Martín encabeza una candidatura independiente y personifica a todos los aspirantes que en vez de ofrecer un programa ofrecen un nombre. Hace el paseíllo junto a las cuadrillas de la UCD, el PSOE y el PCE vestido de corto, es decir, con un traje inferior en dos tallas a lo que señalarían su patrón cabal o su mozo de espadas; un traje de espiguilla gris, ideal para el toreo por alto que permite el ascenso. Ingrávido y distante sobre sus zapatos, Victorino parece caminar en ¡evitación.En consonancia con la antigua costumbre de los hombres de campo que disfrutan de un largo domingo, el ganadero candidato siempre va mascando algo, pueden ser almendras en el casino de Galapagar y panchitos en el hotel Wellington. Acostumbra a tener en la boca un fruto seco o un refrán, y decir al votante: «¿Usted gusta?», y al torero: «Mis toros son lentejas: si las quieres las comes, y si no, las dejas». Su trayectoria municipal ha sido acogida con división de opiniones: viene a la nueva etapa desde una dislocada concejalía, en la que predominaba el trasteo por bajo. Fue sucesivamente acusado de hacer quiebros al fisco, y de acabar con alcalde de izquierdas, pero «salí bien librado de los dos trances, no fui yo, sino el pueblo quien echó a Raimundo Andrés de Castro; en cuanto al expediente que se me abrió con la única intención de apartarme del Ayuntamiento, no prosperó, gracias a la intervención directa del ministro del Interior».
Según todos los indicios, Víctorino sería, miás que un alcalde-lidiador, un Sancho Panza de las alcaldías. En el futuro del pueblo él no ve gigantes: ve grandes bloques de viviendas económicas, «viviendas para obreros, claro», y finos chalets apartados del casco. Sería un alcalde sentencioso y montaraz, un escudero que ha vuelto de la ínsula Barataria y prescinde de toda consideración histórica en su! análisis: sólo cree en lo que alcanza con su memoria. « Lo que tiene que hacer la gente antes de votar es dar un repaso a lo que ha sido la vida de los candidatos. Yo creo que esa es la única credencial válida, porque prometer es muy fácil. Además, yo no tengo muy claro el papel de los políticos, en realidad no sé qué puede hacer un político en un ayuntamiento. Más que en la política, confío en el trabajo y en la honradez.» Probablemente, piensa que la política es un oficio abstracto, sin vínculos claros con una tarea casi doméstica de administrar un municipio: no ve gigantes ni ejércitos; sólo ve casas y convecinos que presentan su voto o su candidatura.
Cuando se le sugieren aspiraciones caciquiles, él invoca «la lealtad demostrada al pueblo siempre que los toros de mi ganadería están en loscarteles: todo el mundo conoce Galapagar gracias al anuncio de los toros de Victorino. de los viejos albaserradas. Además, ¿a quién no le gusta ser el alcalde de su pueblo por el hecho de serlo?».
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