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Se retrasa un plan técnico francés de televisión por satélite

Las autoridades francesas acaban de retrasar, según informa el semanario L´Express, un interesante programa espacial europeo que permitiría sustituir los repetidores de televisión por satélites artificiales. Ello vuelve a poner sobre el tapete de la opinión pública europea las fascinantes posibilidades de futuro que ofrecen los satélites artificiales a la telecomunicación mundial.

Cuando se pongan en marcha los programas de transmisión referidos, un ciudadano de cualquier país de la Comunidad Europea que disponga de una antena preparada podrá ver los programas de televisión de Francia, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, RFA, Suiza, Italia y Austria.De hecho, la comunicación por satélite artificial no es nueva. Hace catorce años era lanzado el Pájaro del Alba, uno de los primeros satélites de comunicaciones comerciales del mundo. Habían nacido las comunicaciones intercontinentales vía satélite en las que habría de basarse buena parte de la comunicación mundial televisiva, puesta en práctica en cosas tan cotidianas como la contemplación de un partido de fútbol, un acontecimiento público o una ceremonia papal en cualquier país de cualquier continente.

Burton Edelson comentaba así en Investigación y Ciencia, versión española de Scientific American, lo que han supuesto estos años de comunicación por satélite: «Hoy, un sistema con doce años de existencia proporciona más de cuatrocientos enlaces de microondas entre ochenta países. Sus ocho satélites en órbita, transoceánicos, soportan en la actualidad casi los dos tercios de las comunicaciones mundiales... La utilización del espacio para las comunicaciones ha ido aumentando progresivamente, desde un pequeño satélite con capacidad para 240 circuitos telefónicos bidireccionales hasta llegar a una red integrada, en la que ocho satélites en órbita ofrecen a los seis continentes una capacidad combinada de unos 40.000 circuitos.»

En el año 1976, la Organización Internacional de Satélites de Telecomunicación (Intelsat), formada por las 95 naciones que explotan la red, obtuvo unos beneficios superiores a los 140 millones de dólares (algo más de 7.200 millones de pesetas). «Los servicios permanentes de telefonía, telegrafía y de transmisión de datos -prosigue Burton Edelson en Investigación y Ciencia- ocupan el 86% del tráfico de los satélites. La televisión y otros servicios ocasionales y especiales completan el resto. La inversión total realizada por Intelsat es ligeramente superior a los 650 millones de dólares (45.000 millones de pesetas). Similar a esta cifra es la inversión que los países participantes han hecho en estaciones terrestres y servicios de apoyo.»

Pero el futuro se presenta mucho más sorprendente y lleno de posibilidades a este respecto. «Los satélites de televisión directa van a multiplicarse en los años ochenta -afirma Jacqueline Giraud, en la última edición internacional del semanario L'Express, comentando el aplazamiento del plan francés-. Instalados sobre una órbita geoestacionaria, a 35.786 kilómetros de altura sobre el ecuador, estos satélites se desplazarán a la misma velocidad relativa que la de la Tierra: tendrán una posición fija en el cielo. Igual que los satélites de telecomunicaciones que transmiten, cuando se producen, programas de Mundovisión o Eurovisión.»

Los satélites de órbita geoestacionaria, a los que se refiere Jacqueline Giraud, son las nuevas estrellas fijas que el hombre va a colocar en las noches de su firmamento. En efecto, puesto que el equilibrio de un satélite artificial se basa en la compensación de dos fuerzas, la de su peso y la de su fuerza centrífuga, que es producto de la masa del objeto en órbita por su velocidad al cuadrado, dividido por el radio de giro, pueden conjugarse ambas variables, el radio de giro (altura) y la velocidad hasta lograr las órbitas deseadas. Cuando se logra una órbita geoestacionaria, su velocidad le permite girar sobre nuestro mundo de la misma forma que el planeta y mantener cubierta la zona que se desee.

El costo total del plan que va a poner en marcha Francia se «evalúa en una cantidad menor que el costo de una central nuclear, pero lo suficientemente grande como para hacérselo pensar dos veces a las autoridades francesas». Según el director general del programa, Maurice Rémy, «este costo no es superior al de los 3.250 repetidores que habría que construir para ofrecer la televisión a los 500.000 franceses que todavía están en zonas de sombra».

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