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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Asociaciones de la prensa

Le agradecería publicase las siguientes líneas que son una buena muestra de la ineficacia de algunas asociaciones de la prensa, concretamente la de Gijón, a la que pertenecí desde 1962 hasta febrero de 1977. En esta última fecha yo era redactor de La Nueva España, de Oviedo, en la Delegación de Gijón, y también redactor de Hoja del Lunes de Gijón, amén de presidente de la Asociación de Gijón que llevaba implícito el cargo de gerente de Hoja del Lunes. En dicho mes pasé a trabajar en Oviedo, en el mencionado diario. Con ese traslado dimití como presidente, con lo que me evitaba tener que gestionar el cierre de Hoja del Lunes, que perdía dinero, aunque todavía no lo suficiente, a mi juicio, para tomar tan drástica decisión que perjudicaría a unos ochenta trabajadores, de los cuales sólo unos pocos poseíamos la doble función de dueños y empleados, es decir, los periodistas que prestábamos servicio en el citado semanario. La mayor parte de los socios de la Asociación querían cerrar Hoja porque ya no repartía beneficios, y a nadie le importaba dejar sin trabajo a unos compañeros de talleres y administración.La Asociación de la Prensa de Oviedo me negó el ingreso alegando que yo era con anterioridad, y lo seguía siendo, redactor de Hoja del Lunes de Gijón, por lo que debería continuar allí. El asunto se puso en manos de la Federación Nacional de Asociaciones, radicada en Madrid y ésta dictaminó que yo debería continuar en la Asociación de Gijón, y que si se negaban a admitirme pusiera el correspondiente pleito ante los tribunales, lo que retardé porque siempre se me aseguró que Hoja del Lunes de Gijón iba a cerrar y no merecía la pena poner, a mi entender, un pleito, ya que si cerraba, yo perdería mi carácter de redactor de Hoja en Gijón y entonces sí me admitiría la de Oviedo. Naturalmente, la Asociación de Gijón volvió a negarme el reingreso.

Ahora, dos años después, Hoja de Gijón sigue editándose -lo que demuestra que yo llevaba razón en no querer cerrar hace dos años- y con una profesionalidad innegable carezco de Asociación que me defienda, y se (la el caso curioso que las mismas tienen como base de existencia el defender al profesional.

¿No resulta todo esto paradójico e indigno de un país que se autotitula democrático?

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Aparte de para editar las Hojas del Lunes, ¿para qué sirven las asociaciones? La respuesta la conocen muy bien todos los periodistas que pertenecen a ellas, y mucho mejor los que no son capaces de ingresar en ellas a pesar de su titularidad y profesionalidad reconocida.

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