Felipe González recordó a Carrillo que los comunistsas franceses impidieron el triunfo de la izquierda
A las ocho menos veinte, los altavoces en la plaza de Vista Alegre urgen para que «los candidatos pasen a la enfermería». A las ocho se repite la llamada. Minutos después, un anciano se acerca al micrófono y grita «Españoles»; se hace un silencio expectante, hasta que José Prat, presidente de la Federación Socialista Madrileña, añade «permitidme que os llame así porque al hablar a madrileños también hablo a españoles».
El termómetro ronda los cero grados y mantiene en tensión a 15.000 fervorosos ciudadanos que abarrotan la plaza. Las entradas de los líderes han sido escalonadas, espectaculares, en medio de un juego de luces y sombras, con un enorme entusiasmo cuando Enrique Tierno ha subido a la tribuna, con una larga espera hasta que Felipe González ha decidido en su parlamento abandonar el puro latiguillo mitinero y lanzar alguna carga de profundidad. La más sugestiva, contra el PCE. pero por persona interpuesta: acusando al señor Marchais de que el señor Mitterrand no sea presidente en Francia y advirtiendo que él no piensa atacar a los hombres de Carrillo.José Prat ha presentado a los candidatos del PSOE al Congreso y al Senado por Madrid: va cantando los nombres y arrecian los aplausos, mientras La Internacional sube y baja de volumen.
Abre la noche Javier Solana, número tres en la lista del Congreso. Tierno y Felipe siguen sin aparecer. Solana se apoya en una muletilla: hay que hacer, hay que conseguir. hay que lograr, «algo tremendamente importante». Reparte caña a UC-D y le interrumpen los aplausos, está hablando de agresiones fascistas cuando se hace un murmullo en la plaza. «¿Quién viene?», se le escucha preguntar.
Viene Felipe. Suena La Internacional. Se encienden focos para iluminar la primera fila de la tribuna. Felipe, con gabardina, con bufanda. con las manos de nuevo enlazadas de todos los candidatos, con el coro general que entona La Internacional. Solana reanuda su parlamento y le interrumpen pronto: más voces, más aplausos, más coro: Enrique Tierno sube a la tribunat. Otra vez el juego de luces. Felipe abraza al viejo profesor.
Tierno juega su baza y pide calma. pide «una pausa en el entusiasmo». «vamos a razonar un poco». Y razona contra el poder permanente, atosigante de la derecha razona que el poder «no es de una clase y hay que intentar que no sea de una clase. El poder es del pueblo».
Después sugiere a la derecha que «aprenda pasando a la oposición, no estando siempre en el poder. Se aprende. se aprende mucho, siendo oposión». Se dirige a los que atacan al marxismo «sin saber una línea sobre el tema», a la derecha que se revuelve contra los marxistas porque carece de método válido de análisis como ellos.
Felipe González se acerca al micrófono entre el delirio. «¡Es evidente. Felipe presidente! ¡Se ve, se siente, Felipe presidente!» Y entre el clamor vuelven a quedarse la plaza en la oscuridad y la tribuna en la penumbra, hasta que el líder pide luz. y se da más luz a la tribuna. Insiste en que se enciendan los focos de la plaza, «que nos veamos todos las caras». y arremete contra UCD.
Es después, cuando nombra a Carrillo. y la plaza se convierte en abucheo. cuando Felipe pide «absoluto respeto para el secretario general del PCE» y advierte que a lo largo de la campaña «no le he contestado y no le voy a contestar tampoco esta noche». Entonces recuerda la pugna francesa Marchais-Mitterrand y acusa al líder comunista de haber provocado la división y el enfrentamiento que ha impedido a Mitterrand -dice- llegar al poder, y a la izquierda, gobernar en Francia. Pide también respeto para todos los hombres socialistas, «que dejen que el socialismo lo hagamos nosotros, que nosotros no les decimos cómo hay que hacer el comunismo en sus partidos».
Ayer, el secretario general del PSOE participó en un mitin celebrado en Santander.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.