Top-Less

Emergieron de la noche franquista afloraron a la superficie del mar de los sargazos nacionales, muy pues tos de bombín y chistera, avanza ron hacia nosotros desde el celuloide rancio de Buster Keaton, nacieron de las espumas golfas de la noche madrileña, Tip y Coll, como dos Venus contrabotticellianas, como las Tres Gracias que sólo fueran dos y con barba, abandonaron, en fin, la catacumba y la resistencia para asomarse a la ventana del televisor con visillito demócrata. Anoche he vuelto con ellos a la catacumba.Tip y Coll. Tiempos en que su calle del Padre Xifré era conocida por Padre Xeyé, galemazo de alcohol en la noche desesperada, cuan do hasta Raúl Júcar tenía por allí un apartamento soltero y loco, con Gonzalito Torrente-Malvido, y el alto y el bajo eran el gordo y el flaco de la película muda (muda por la censura), del cine cómico antifranquista, cine vivo de ellos dos, mini cine con toda la progresía dentro, y toda la izquierda festiva y toda la gauche. Decían lo que no decía nadie, porque a esa hora dormía el ministro de Información y Franquismo, apestillado en la cama en forma de candado.

Muerto el burro, la cebada al rojo Muerto el perro, se acabó la risa Tip y Coll, como usted y como yo se integraron un poco, participaron, jugaron, al absurdo democrático, o a la democracia del absurdo, para tenemos a los telespañoles toda la tarde del domingo encerrados con un solo juguete que eran ellos. Ahora les han rebo binado definitivamente en la mo viola involucionista, y en su primera noche de nocturnidad y bella alevosía he querido estar con ellos, como Luis Escobar, como el conde (a la fuerza) de Montecristo, como Baltasar Porcel, como el nuevo público de Top-Less, vecindario de la M-30, preñadas y travoltas. -

Cada uno de ellos, Tip y Coll hace su guerra política y paródica, como Suárez y Felipe. Pero de ambas guerras sacan una sola, muy bien armonizada. Como Suárez y Felipe. Cristianos sin fe, anoche volvimos con ellos a las catacumbas. La democracia avanza retrocediendo. Con Franco éramos más jóvenes. Grandes humoristas diurnos, graves fiscales nocturnos. Y lo dijeron: «Aquí se puede gobernar sin cabeza, como María Antonieta.»