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Penas máximas para los asesinos de diecisiete católicos en Belfast

Un juez de Belfast ha impuesto ocho cadenas perpetuas a otros tantos convictos del asesinato de diecisiete católicos en la capital de Irlanda del Norte, entre noviembre de 1975 y marzo de 1977. El proceso concluido ayer es el más importante celebrado en este país por asesinatos masivos.Tres de los once condenados cumplirán penas de entre diez y quince años de cárcel, y el restante, que tenía quince años cuando dio muerte a una de las víctimas, ha quedado a disposición del ministro para el Ulster. La banda que sembró el terror durante dos años entre la comunidad católica de Belfast era conocida como los carniceros de Shankill (una zona deprimida del norte de la capital del Ulster) y sus miembros principales eran militantes de la Fuerza de Voluntarios del Ulster, un grupo paramilitar protestante.

Los procedimientos utilizados por el gang de Shankill iban desde el tiro en la cabeza al apaleamiento, pasando por el degüello, sistema este que emplearon con siete de sus víctimas. En su sentencia, el juez calificó la actuación de los once asesinos protestantes como el caso más terrible de fanatismo sectario por él visto. Dos de los condenados a cadena perpetua participaron en once y diez asesinatos, respectivamente.

Torturas previas

El grupo solía secuestrar a sus elegidos en calles oscuras o solitarias, los llevaba a parajes desérticos del norte de la ciudad y allí les daba muerte. Varias de las víctimas fueron torturadas previamente. Otras se desangraron en la calle a consecuencia de cuchilladas en la garganta. Algunos cadáveres fueron hallados en callejones de Shankill con las muñecas seccionadas y uno fue escondido en un cesto de ropa sucia en el maletero de un taxi. Los dos protestantes asesinados por la banda murieron por error, al ser ametrallada la furgoneta en que viajaban y que se suponía transportaba exclusivamente trabajadores católicos.La captura de los carniceros de Shankill fue posible porque su víctima número veinte sobrevivió al apaleamiento, los tiros y los navajazos. Este hombre, cuya identidad se ha mantenido secreta en el proceso, recorrió después varias veces con la policía de Belfast la zona en la que fue asaltado, hasta que en una de las ocasiones reconoció a dos de sus atacantes. La investigación policial hizo el resto.

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