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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Carmela García Moreno

A mí lo que me gustaría es ser Carmela García Moreno. No sé si ustedes me siguen. Quiero decir que Carmela García Moreno es candidata por UCD al Congreso, por Madrid, y tiene un aire telva reciclado, una cosa de Serrano puesta al día que hoy es lo que pega. Digamos que es Serrano orilla izquierda, como los buenos vinos del Rhin, que también son de la orilla izquierda del río.En la orilla derecha de Serrano (y también del Rhin, según está Alemania), lo que se da es el café puro y espeso de la raza, tan espeso que se tiene derecha la cucharilla en la taza, o sea el Café Roma, de donde tuvo que salir Rafael Alberti, un día, educadamente conminado.

Serrano/orilla izquierda es lo que hay que votar, que incluso el sínodo obispal se ha pasado por Celso García, donde mí amigo Félix lleva una de las mejores tiendas de libros de Madrid, a renovar sus ropones y hopalandas a la medida, fotocopiar su documento político /apolítico para re partir en misa de doce Y llevarse unos libros Taurus de Aranguren, que van a estudiar ahora si le echan o no le echan del cristianismo, mediante voto conciliar en Toledo, porque se ha dejado el pelo largo y sólo va a misa cuando se lo pide el cuerpo. Serrano/ orilla izquierda, ya saben. Como los vinos socialdemócratas del Rhin. Es lo que se vota.

Luego está el Rhin/orilla derecha, o sea mi amigo Luis Ola

rra, que ya no me manda vino, y Dios le va a castigar y le van a votar poco. Carmela García Moreno me parece que es una morenita que me encuentro a veces en los cócteles de los rojos, alternando la ja¡, y ahora salta:

-Yo leía las columnas políticas de los periódicos desde los seis años. La política me apasionaba.

Pues si tienes treinta, tía, hace veintitantos estábamos en los tontos y lluviosos cincuenta, cantando bajo la lluvia, y oíamos los editoriales de los periódicos franquistas, las radios y los nodos como quien oye llover, pero sin Gene Kelly debajo. Tu funesta manía de pensar en franquista (que era como pensaban aquellos edito rialistas), ya a los seis añitos, no es que denote un complejo infantil y sádico-anal a la manera de Freud y mi admirado Rof Carballo, pero algo raro sí denota, amor.

Viene Julia, de las Juventudes Comunistas, a recoger un artículo que me ha pedido:

-Tú eres para nosotros un hombre mítico, tío.

-Tampoco te pases, Julia.

Julia usa pelo negro adolescente, ojos negros, vivos, inteligentes, irónicos, tez de loto ensombrecido y ropa de pasota, a más de un paraguas lamentable y unas manos infantiles, abrasadas de fumar mucho en los cafés de la redacción de su revista. Julia debe andar como por los veinte y, más que Serrano/orilla izquierda, yo la veo Argüelles/ extrema izquierda. O sea, el lugar sin límites, que diría Onetti. No creo

que a los seis años leyese editoriales franquistas. Seguramente a los seis añitos era una Mafalda guapa que leía El origen de la familia, de Engels, para curarse el complejo de castración y otros complejos que ha impuesto a la mujer paulina, vía Freud, la moraljudeo-paleo-cristiana que disfrutamos.

Comprendo que lo que España necesita y lo que hay que votar (o lo que se va a votar, que viene a ser lo mismo) es Serrano/orilla izquierda, Carmela García Moreno, pero para mí tiene más erotismo Julia /Argüelles /lugar sin límites, que me ha sorprendido en plena siesta del fauno a la sombra de las muchachas rojas.

-Me gustaría ser como un personaje del Renacimiento -salta Carmela.

Bueno, no sé si sabe que una vez Julia Sforza sitiaba un castillo y le amenazaron con matar a su hijo, que lo tenían de rehén. Ella se levantó la faldumenta, sin bajarse del caballo, se pasó la mano por el blanco vientre y dijo: «Aquí guardo el molde para hacer otros.» ¿Llegarán a tanto las amazonas ucedistas en su acoso a la ciudadela electoral? Julia, de las JC, es la ninfa imposible del adulterio incestuoso con la Historia, o sea, la Utopía. Carmela García Moreno es más o menos la santa esposa, o sea la cotidianidad hasta que el matrimonio nos separe. Lo que hay que votar. Como dice Manuel Alcántara, la vida del cronista está llena de renunciaciones.

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