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"La física moderna revolucionará el pensamiento"

Entrevista con Riccardo Campa, catedrático italiano de Filosofía de la Ciencia

«Hacia finales del siglo XIX la materia aparecía como algo duradero -afirma Riccardo Campa-, sometida a determinadas leyes. Parecía posible que un observador ideal pudiera prever minuciosamente el futuro comportamiento de cada partícula.» Sin embargo esta omnipotencia de la ya vieja ciencia se acabó. La religión del absoluto científico, del tiempo y el espacio perfectamente controlables acabaron con ella. «La materia ya no es simple, bruta, palpable -prosigue el pensador italiano-, no es algo que está situado en el espacio y cuyos movimientos podamos seguir. La naturaleza es más fina y elegante de lo que pensábamos. Consiste en partículas pequeñísimas, colocadas en el espacio vacío. La medida de los átomos es casi indefinible.»Las viejas concepciones de la materia y el mundo se ven desplazadas por la física actual. «Demócrito opinaba -afirma Riccardo Campa- que los átomos eran individuos, cuerpos pequeños identificables como los objetos de la Tierra. Hoy se ha logrado aislar los átomos y, si bien podemos afirmar que se trata de entidades que generalmente conservan una identidad, en algunos casos esa identidad pierde sentido.»

¿Qué significa esa relativa carencia de identidad de las partículas subatómicas? Riccardo Campa lo explica así: «La identidad es una cuestión de forma y se fundamenta sobre la conservación de la forma... Animales, plantas, individuos del mismo género son intercambiables respecto a lo que tienen en común y, por tanto, no se trata de verdaderos individuos. Son inmortales respecto a lo que les identifica porque su forma perdura a pesar de la muerte de cada individuo. Dice Goethe: «El ser es eterno porque de las leyes guarda los tesoros vivientes». Las palabras forma y Gestalt parecen no tener sentido si no se añade qué es lo que tiene una forma.»

Concepto físico de identidad

El mundo de imágenes en el que hemos vivido, en el que ha nacido nuestra cultura, se desvanece a la luz de las hipótesis de la física contemporánea, surgiendo de la intimidad de la realidad un entramado de nuevos y desconcertantes conceptos. Por ejemplo, ¿qué es la partícula? ¿Aquel viejo concepto redondo, acabado, individual, identificable, del que nos hablara la cultura de todos los tiempos? Nada de eso. «Ninguna observación -afirma Campa logra explicar la forma espacial de una partícula. Se podría hablar más bien de una relación, es decir, de la distancia que separa una partícula de la otra para que las dos, enfrentadas, puedan ejercer una influencia recíproca. Muy a menudo, en nuestras reflexiones, contemplamos imágenes que hemos sacado de la geometría, pero nos damos inmediatamente cuenta que las formas de extensión en el espacio, con las que intentamos explicar el átomo, no se pueden contemplar mediante una observación directa. Estas imágenes representan sólo un auxilio del pensamiento»«La descripción hoy debe informarnos -prosigue-, entre los límites de un espacio y de un tiempo determinados, de lo que pasa en cada lugar y en cada incremento. Es este el postulado de la descripción continuativa. Pero es precisamente esta condición, la de la continuidad, la que no es posible realizar. Una partícula, un átomo, carecen de individualidad.» Otro mito del pensamiento, pues que cae, el del continuo: «Si en este momento -continúa Campa- aquí encuentro una partícula y, un rato después, y poco más lejos, encuentro otra, no puedo estar seguro que se trate ambas veces de la misma partícula. Ni la afirmación ni la negación de la identidad es segura... Ludwig BoIzmann, en sus Principios de la Mecánica alude a la dificultad de concebir la identidad si no se confiesa contemporáneamente la intención de abandonar el concepto mismo de identidad... El físico clásico quería saber lo que acontecía en cada punto del espacio y en cada momento. Renunciar a esta pretensión produce consecuencias muy graves. Cuando el ideal de la descripción total no había tropezado aún con duda alguna, se aconstumbraba a creer en un principio claro y exacto de la casualidad, el único concepto que, siendo definitivo, podía ser aplicado para determinados fines de la ciencia física.»

La luz, una revolución interpretativa

Uno de los grandes aldabonazos que revolucionó la comprensión del universo material, es la teoría interpretativa del fenómeno luminoso. Ante este fenómeno «los resultados de las observaciones no permiten una descripción continuada en el espacio y el tiempo. El problema ha sido solucionado conformándose con describir en el espacio y el tiempo algo, sin pretender hallar una prueba directa de los experimentos que se han llevado a cabo efectivamente. Por esta razón, nos servimos de imágenes -llamadas ondas- aunque estemos convencidos de que ellas no nos darán ni una descripción de los hechos ni, en cierto sentido, la verdadera existencia. Las ventajas que sacamos de ello son las de la información sobre el objeto. Se trata de un conocimiento de las relaciones eficientes».Según Campa, «las nuevas teorías sobre el proceso de la naturaleza son seguramente más complejas que las de antes... De un lado estoy, yo, con mi parte del mundo. Del otro, el mundo que se presenta a mis ojos como una aparición. La tendencia a abandonar nuestros prejuicios ha inducido a Kant a hablar de formas espacio-temporales como de formas que provienen respectivamente de nuestra imagen exterior e interior. Si las teorías de Kant quieren continuar siendo válidas, tienen que ensancharse y aceptar la idea de que existe un espacio curvo, encerrado en sí mismo y carente de límites, además de un tiempo en el cual dos acontecimientos separados en el espacio pueden sucederse en un período tan breve que no es posible precisar cuál de los dos haya acaecido antes. Esta es la relatividad específica de Einstein.»

«La opinión de físicos como Bohr y Heisenberg es que hoy no es posible dar una descripción completa, y continua del mundo en el espacio y en el tiempo.»

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