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Caza

La veda del urogallo durará más de un año

El urogallo no podrá cazarse esta temporada. La medida ha sido adoptada para evitar la extinción de una especie ya de por sí escasa en Europa, no sólo por la acción de los cazadores, sino porque se ha roto el equilibrio ecológico donde se desenvuelve esta apreciada especie. Ahora se realizará un censo completo, y acorde con él se regulará su caza dentro de unos años, pues aunque la prohibición está vigente sólo por un año, es posible que se prolongue uno o dos más.

Los factores que se barajan como causa de la regresión en el número de urogallos en España son cuatro principalmente: talas de bosques, venenos, aumento de las vías de comunicación y acción de los cazadores. Ante esta situación que se hacía extrema, el Icona propuso al Ministerio de Agricultura la protección de esta especie y comenzó a criar ejemplares en cautividad para su posterior repoblación en los bosques.En España hay dos variaciones de urogallo: el del Cantábrico y el del Pirineo. El último censo efectuado dio como resultado que quedan menos de un millar de machos. Hasta ahora se podía cazar esta especie por 50.000 pesetas en las reservas y cotos nacionales. El número de permisos que se concedían no llegaba al centenar; pero, al coincidir el período de caza con la época de celo, el daño era grande ya que se abatían machos antes de cumplir su misión reproductora.

El urogallo es un ave que llega a medir ochenta centímetros de longitud y metro y medio de envergadura. Su peso llega a alcanzar los ocho kilos. El plumaje es negro brillante con reflejos metálicos y alas más claras de color castaño oscuro. Con la cola, formada por dieciocho plumas, forma un abanico en la parada nupcial. Es muy esquivo y asustadizo y llega a vivir catorce años. Su hábitat lo encuentra en una altitud de 1.500 metros, en bosques espesos de coníferas o hayedos.La caza del urogallo ha sido criticada al realizarse durante el celo; el macho es muy vulnerable, pues alcanza un éxtasis tan profundo en su intento de llamar la atención a las hembras que pierde los sentidos de la vista y el oído, por lo que se convierte en una presa fácil. De su caza se ha llegado a escribir que «todo se reduce a disparar contra una diana negra, inmóvil, sorda y ciega».

Una vez que se levante la veda del urogallo, es probable que se realice un aprovechamiento cinegético más ordenado, gracias al cual se da a esta especie la posibilidad de perpetuarse antes de enfrentarse al cazador. El período de caza será, pues, al final del celo y no al principio, lo que dará una mayor emoción al lance, ya que no se disparará sobre una gallinácea ciega y sorda, sino sobre una especie sumamente recelosa.

También se hace necesario ahora, para evitar su extinción, proteger los bosques impidiendo cualquier tipo de agresión al medio, pues constituyen su hábitat único. Destruirlos constituye, con mucho, el principal factor de la disminución del número de ejemplares.

Restablecidos los equilibrios biológicos en los bosques, esta especie admite su repoblación y de hecho ya han sido soltados ocho urogallos en la reserva de Ezcaray, y otros tantos en la de Sonsaz. La aclimatación ha sido perfecta y es de esperar que para la primavera se reproduzcan en estos terrenos, con lo que se conseguirá devolver a determinadas zonas una especie que hace años desapareció.

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