La "Sinfonía", de Fernández AIvez, el violinista Cho Liang-lin y "Dido Eneas"

En pocos años, Gabriel Fernández Alvez se ha abierto un puesto significativo en el panorama de nuestra música. Premio tras premio, éxito tras éxito, unos y otros se apoyan en un real valer y saber. También en una inquietud no gratuita, sino exploratoria, de su intimidad para saber qué quiere decir en cada momento. Su Sinfoinía Il estrenada bajo la dirección de García Asensio, es una hermosa página y fue recibida con aplausos generales. Escrita el pasado año, el punto de partida es el ritmo característico, el martilleo insistente, de La Consagración de la Primavera. Ese ritmo que pasa de una familia instrumental a otro, de un grupo a un solo, de una dinámica suave a otra fuerte, se alza como una forma de continuidad, de vertebradura sobre la que discurren muchos acontecimientos sonoros, interna mente coherentes y externamente fascinantes. Posee la Sinfonía II fuerza y poesía y se instala, con holgura, en los movimientos «liberados» de la actual compositiva.Segundo triunfo de la noche: la actuación del dieciochoañero violinista coreano Cho-Liang-Lin, premio Reina Sofía. Como ya se vio en la competición, cabría decir que si «muchos son los concursos, pocos son los elegidos». Y Cho Liang-lin es un elegido, un formidable violinista, dueño de una técnica arrolladora y de un anticipado criterio de madurez artística. Su Concierto, de Sibelius, rayó a la altura de los muy grandes y es acaso la mejor versión de la obra que se haya escuchado en Madrid. El público, con toda razón, reaccionó desbordado y consciente de asistir al nacimiento de un privilegiado. Triunfo reno vado en el recital del lunes en la Sala Fénix, para RNE.

La jornada se completó, en su intensidad, con la versión de con cierto de la maravillosa Dido y Eneas, de Purcell, según la revisión de Benjamín Britten. Protagonistas para mí: el Coro de Blancafort, que cantó la obra con perfección de estilo y de técnica y logró momentos de muy honda emoción; María Coronado, la soprano que, día a día, se sitúa en un más alto puesto internacional, dueña de una voz bellísima y excelente afinación. Dados sus valores fuera de lo común cabría pedírsele insista en trabajar el legato que, hasta apurar cada valor, resulta necesario en músicas como la de Purcell (¿Y en cuál no?); Antonio Blancas, con medios definidos y de gran mordiente y espléndida línea, soberano Eneas frente a la magnífica Dido de la Coronado.

Con ellos, Josefina Cubeiro defendió la Belinda, con soltura y gallardía; You Chi-yu hizo una muy estimable hechicera; Conchita Carpintero e lfigenia Sánchez cantaron muy bien, en todo sentido, las dos brujas; Teresa Bordoy y Alejandro Ciarra completaron, con méritos evidentes, el reparto. Espléndida la cuerda de la RTVE, protagonista con el coro y los solistas citados, del éxito y, por supuesto. el maestro Enrique García Asensio. Seguro. convincente, expresivo. su concepción de la ópera purcelliana tuvo calidad, claridad y tensión dramático-lírica. Fue gran noche para todos.