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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Un éxito que molesta (réplica al PSOE)

Ministro para las Relaciones con las Comunidades EuropeasEn su número del pasado domingo dedica EL PAIS, fiel a su vocación europeísta, un amplio espacio a la inauguración de las negociaciones para la adhesión de España a la Comunidad Europea, acto sobre cuyo «alcance político» recoge el periódico la «opinión de los principales partidos». La del PSOE (página impar, recuadro y, por título, «Un asunto de Estado») se refiere, en sus dos terceras partes, no a las negociaciones, sino al negociador; y en el tercio restante expone la estrategia que seguirá el partido si fuera llamado -hipótesis ciertamente improbable- a gobernar después del 1 de marzo.

Pocos argumentos objetivos tiene el PSOE cuando acude exclusivamente a los que llamaban los clásicos ad hominem (y perdóneme el autor del artículo si utilizo términos que pudieran ser de comprensión difícil para él). Nada tan halagador para mí como merecer, en vísperas electorales, una censura de mis adversarios políticos; por eso creo que debo pagar la ligereza de sus acusaciones, dividida en cinco asaltos, con la cortesía de una respuesta a cada uno de ellos.

1. La primera acusación es haber incumplido «mis promesas» de consultar «a las Cortes... un esquema de la posición negociadora de España antes de comenzar las negociaciones». (Me he permitido simplificar en la cita la enrevesada sintaxis del autor, en beneficio de los lectores y respetando escrupulosamente el sentido.) El 15 de noviembre dije, efectivamente, ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado que propondría al Gobierno el esquema después de Navidades y que, una vez aprobado, lo presentaría al Parlamento. He hecho la propuesta, pero no he podido llevarla a las Cortes, por la sencillísima razón -que olvida mi crítico socialista- de que están disueltas. El esquema, como ya dije en el Senado, no revela -sería imprudente e innecesario- toda la posición española, y tiempo habrá después de marzo para tratar parlamentariamente la cuestión. Sin olvidar que la responsabilidad de las negociaciones corresponde al Gobierno, como corresponderá en su día la ratificación de los tratados de las Cortes.

2. Segunda acusación: «Egocentrismo negociador.» Mal puedo haberlo practicado cuando las negociaciones no habían empezado en la fecha en que se escribe la acusación. Y en cuanto a la «desorganización gubernamental» que luego se señala, sabe el PSOE que desde marzo se han reunido docenas de veces Grupos Interministeriales de Trabajo, en perfecta coordinación, que han puesto a la disposición del Gobierno un resumen de más de doscientas páginas con sus conclusiones provisionales. El Gobiemo ha aprobado, además, un acuerdo que regula, precisa y eficazmente, esa coordinación, a través de una comisión delegada presidida por el presidente del Gobierno, y de otras normas menores.

Se habla en este mismo punto de «fracaso en las negociaciones sectoriales». Gracias a ese fracaso, el año 1978 ha sido el más brillante para nuestras exportaciones siderúrgicas, y se ha prorrogado por dos años el acuerdo textil vigente en condiciones sustancialmente más favorables para España; todo en perfecta armonía con los ministerios respectivos.

3. Tercera acusación: «Uso electoralista de mi actuación.» Estas líneas podrían acaso merecer ese reproche, por las vísperas en que apresuradamente las escribo; pero se escriben en legítima defensa y en contestación a un -artículo que, pese a titularse «Un asunto de Estado», hace del tema una burda utilización electoral. Si, además, el PSOE me cree capaz de haber puesto de acuerdo a los Gobiernos de Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, Holanda, Bélgica, Irlanda, Dinamarca y Luxemburgo unánimemente y al servicio del calendario electoral de UCD, sobrevalora sin duda mi capacidad negociadora, y debo agradecerle el cumplido.

4. Cuarta acusación: «Absoluto desprecio por los intereses económicos y humanos de algunos sectores»; y se cita como único ejemplo la pesca. Yo había aprendido en manuales marxistas que la contradicción es propia de los sistemas no marxistas y de los que en ellos estamos. Al parecer, también el PSOE va entrando por esa buena vía y se contradice: ahora resulta que desprecio «los intereses pesqueros», y hace un año fui objeto en el Congreso de una torpe agresión socialista -contundentemente replicada- por interesarme demasiado en la pesca. ¡Hombre, no; un poco de seriedad, o al menos, de coherencia! Dije en el Senado precisamente lo contrario de lo que ahora se me atribuye: que el alcance político y social de la pesca era mayor que el económico, y que me había ocupado de sus problemas -en colaboración con el Ministerio de Transportes- con la dedicación que exige esa importancia política y social. El resultado de mi «absoluto desprecio» ha sido duplicar el número de licencias y triplicar el número de barcos que pueden utilizarlas; y esto en plena batalla pesquera intracomunitaria

5. Quinta acusación: «Desprestigio (mío) en los medios de la Comisión de la CEE.» Aquí la gratuidad y la personafización del comentario llegan a cimas que sólo es capaz de escalar el PSOE. Un meritorio del partido, que no acaba de aprobar la asignatura, afirmó al regreso de un reciente viaje (¿electoralista?) a Bruselas que había recogido esa opinión. El desmentido de la Comisión -y no suele hacerlos- fue categórico. La Comisión no recibió al meritorio ni a sus compañeros: parece que se hicieron los encontradizos con algún comunitario en los pasillos del palacio de Berlaymont. La patraña -otra vez la patraña- no merece mayor glosa.

Y vamos ahora con la parte positiva del artículo, aquella que refiere la posición y la estrategia del PSOE, la única que, en buena ley, debiera haberse escrito. Cuando se publiquen estas líneas, conocerán ya los lectores la declaración del Gobierno español en el acto inaugural de las negociaciones: apenas hay discrepancias entre ambos textos. Hasta el punto de que, leyendo EL PAIS del domingo, me venía la sospecha de que una de esas filtraciones, que a veces se producen en la Administración, hubiera hecho llegar al PSOE la declaración del Gobierno -escrita desde hace días- a tiempo para que el autor del artículo que comento se inspirase en ella. El Gobierno ha llevado el tema comunitario como un asunto de Estado, y el PSOE lo sabe: lo que no ha podido ni querido evitar el Gobierno es llevarlo con éxito: y es natural que todo éxito del Gobierno moleste a la oposición; aunque en asuntos de Estado, la molestia debiera ser menor y menos pública.

Permítame como final sugerir cortesmente al PSOE que aproveche una próxima visita a Bruselas de sus hombres para hacer allí algo útil; por ejemplo: preguntar si podría un país, que hicíera suyas las conclusiones del último Congreso del PSOE, ingresar en el Mercado Común. La respuesta tiene interés y hay precedentes que el PSOE conoce.

Para bien de todos, auguro al PSOE otros cien años de honradez, de firmeza... y de oposición. Y, mientras tanto, un poco de paciencia y de humor, y más respeto a la verdad.

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