_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

China-EEUU: más allá de la coexistencia

EL VIAJE de Teng Hsiao-ping (Deng Xiaoping en el sistema, de transcripción moderna pinyin, propuesto por China) a Estados Unidos no deja de recordar el que hizo Krutschev en septiembre de 1959: los albores de la coexistencia, hoy en cierta crisis. El viaje soviético fue un continuo espectáculo, una irisación de frases brillantes y de actitudes pintorescas de quien fue un genio de las relaciones públicas. El viaje chino tiene una seriedad sonriente y representa una amistad feliz, pero preocupada. La URSS no pudo llevar demasiado lejos su desestalinización. China, en cambio, está avanzando a pasos gigantescos en el proceso de desmapización y hasta de conversión del comunismo en lo que puede ser, al menos, una tercera vía, si no una occidentalización futura. Esta coexistencia tiene más velocidad que aquélla. En estos días, Gromiko ha visitado Italia para advertir del «peligro chino», de una nación que «ha predicado durante años la doctrina de la guerra inevitable» y se ha encontrado con la respuesta de Andreotti y del ministro de Asuntos Exteriores, Forlani: «China ya no es un peligro.» Jamás, desde Occidente, se ha dicho lo mismo de la URSS.Los últimos datos de la evolución china, que han precedido el viaje de Teng, inciden en la rapidez de la evolución. Hay una confirmación de que Teng tiene en sus manos todo el aparato del partido, después de los relevos de puestos importantes en estos últimos días de enero, hechos con hombres de confianza de Teng, que incluso ahora envuelven y rodean al presidente Hua Kuo-feng (Hua Guofeng), cuyo poder es cada vez más teórico que práctico. Los corresponsales en Pekín señalan que la palabra «democracia», como ideal, aparece cada vez más en conversaciones y escritos, generalmente ligada a la consigna del momento, «modernización»; que los profesores recomiendan a sus alumnos de inglés la escucha -para practicar- de las emisoras de Estados Unidos, cuando antes esa escucha costaba años de trabajos forzados en un «campo de reforma». En los murales de Pekín aparecen demandas para la instalación de un sistema de partidos, parlamento abierto y elecciones de los cargos más importantes, mientras parece que en el poder se estudia la posibilidad de inventar una democracia que no pierda el control y la dirección de las masas, lo cual parece coincidir con las aspiraciones de Estados Unidos, que desearía que las multinacionales que corren ya a instalarse en China encontraran todavía los beneficios de una mano de obra barata, eficiente, minuciosa y sumisa, no minada por las huelgas. Pero con «estímulos económicos». Ya la «burguesia nacional» ha sido rehabilitada y probablemente recibirá la devolución de lo que en Pekín se describe como «enormes sumas de dinero» depositadas en los bancos y hasta ahora bloqueadas; entre estas devoluciones estará el oro, las propiedades y las piedras preciosas, confiscadas durante la revolución cultural. El vicepresidente de la Asamblea Nacional, Ulanhu, anuncia que «la calidad de los exponentes de la burguesía nacional darán todos sus frutos en el campo de la ingeniería, de la tecnología y en la dirección industrial»; y los hijos de los «burgueses nacionales», no serán discriminados como lo eran hasta ahora para su ingreso en el partido o en la Liga de las Juventudes, ni en los centros de estudio o de trabajo.

Teng Hsiao-ping está ahora diciendo en Estados Unidos que la muralla de la democracia permanecerá abierta indefinidamente, que la libertad de expresión está ya plenamente instalada en el aparato del partido y que las demandas del pueblo se están escuchando y tratando de cumplir, pero sin destruir la autoridad del sistema: son las palabras que se querían oír. Las repetirá indudablemente a Carter, con quien va a tener tres entrevistas, lo cual es un signo también de excepcionalidad de la visita. El protocolo señala que un visitante extranjero no debe ser recibido más de dos veces por el presidente de Estados Unidos.

No faltan en esta visita feliz los incidentes adversos. La oposición de los «duros», de los «halcones», que siguen viendo en China el enemigo y que mantienen la doctrina, que procede de los tiempos de la «ruptura ideológica» entre China y la URSS, de que Estados Unidos tiene ahora dos enemigos en lugar de uno; y las manifestaciones de formosanos o de chinos exiliados con pancartas obsoletas que llaman a Teng el Emperador Rojo o que le instan a que «elija la libertad» y se quede en Estados Unidos en lugar de regresar a Pekín. Pero todo ello no es más que un folklore. Como el que procede de la otra parte, de los chinos maoístas, que le acusan de revisionista y de romper la obra de Mao. Y casi en el folklore se inscribirla la frase de bienvenida de Carter. Como la visita de Teng coincide con el primero de año chino, Carter ha dicho: «La tradición quiere que en las vísperas del añonuevo se abran en China las puertas y las ventanas, significando que los odios se han olvidado y todo está abierto a los espíritus de buena voluntad.»

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Por encima de todo esto, la visita de Teng tiene un significado de consolidación de algo que va más allá de la coexistencia -que, después de todo, era un concepto restrictivo, y tenía un significado de concurrencia y de competición-: se habla de la venta de armas, que no ha podido detener la amenazadora carta de Brejnev, se habla de planes de modernización, de instalación de industrias, de la apertura hacia Occidente -a partir, naturalmente, de Estados Unidos-, de un inmenso mercado de compradores que podrían comenzar a gustar los dudosos frutos de la sociedad de consumo, de aquí a unos años. Se habla de estrategia global, de contención de la Unión Soviética en el mundo y de los «derechos humanos», que Carter no dejará de explicar a su gran invitado.

La visitá, una vez más, produce la inquietud de Moscú. Pero quizá no más allá que la que produjo en Pekín la visita de Krutschev a Estados Unidos y los primeros signos de la coexistencia pacífica. Habrá que convenir en que China ha sabido dar la vuelta entera al panorama en veinte años. Y tal vez, como dicen algunos comentaristas inquietos, dentro de Estados Unidos, que si hace todavía veinte años Estados Unidos conseguía, por la diplomacia y otras presiones menos delicadas, utilizar a China para su política con respecto a la URSS, es ahora China quien manipula a Estados Unidos y le lleva al terreno de su nueva revolución burguesa y de su defensa contra la Unión Soviética.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_