Pistoleros en la Universidad
«La raíz de muchos conflictos que padece la sociedad española está quedando cada vez más al descubierto. Ayer se Produjo en la Universidad de Madrid un hecho de incuestionable gravedad, cuando el apacible y normal desarrollo de las actividades académicas fue bruscamente alterado por la irrupción, en la facultad de Derecho, de una banda de pistoleros de la extrema derecha, que -en el más lamentable estilo de las partidas nazis y fascistas de los años treinta- apalearon e hirieron a tiros a estudiantes, profesores y bedeles.Sería insensato minimizar la importancia sintomática del hecho; como no cabe pasar por alto, por lo que encierra de valioso símbolo, el que estos aberrantes pistoleros de la «trama negra» escojan como escenario de su vesania incivil un edificio consagrado al estudio y a la cultura. ¡Por supuesto que el fascismo es incompatible con la cultura! Es comprensible, en la lógica inhumana de estas alimañas, que ahora, cuando, por fin, la democracia política había restituido a las aulas de la Universidad española la paz largo tiempo perdida, acudan ellos a sembrar el odio, la violencia y el crimen, que es la única atmósfera en que pueden vivir sus mentes enfermas.
Nosotros queremos hacer un llamamiento a la serenidad de los universitarios españoles, profesores y estudiantes. Que no acudan a la trampa que les tienden esas bandas de pistoleros. Que respondan con la firmeza civil del estudio, que guarden, a toda costa, la fecunda paz creadora de las aulas.
Pero también debemos reclamar, a la autoridad gubernativa, una respuesta enérgica y ejemplar, sin la que sería injusto pedir calma a los universitarios. Hay que terminar, de una vez por todas, con esas bandas de delincuentes que disfrazan su criminalidad común tras alucinadas paranoias políticas. Nuestros jóvenes no pueden seguir padeciendo la violencia de un puñado de fanáticos. Pero sin olvidar que los principales culpables no son los matones mismos, sino quienes les intoxican los cerebros y les entrenan y, arman para la agresión.
Los culpables deben ser castigados y las responsabilidades investigadas hasta el fondo, hasta las últimas consecuencias, hasta las cabezas inductoras.»
Madrid, 27 enero
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