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Moción de censura contra el Gobierno por la grave crisis laboral británica

La oposición británica intenta nuevamente apear del Gobierno al Partido Laborista mediante una moción de censura sobre la grave situación laboral que atraviesa el país, que hoy será votada en el Parlamento. Los datos disponibles, sin embargo, apuntan a que el primer ministro sobrevivirá otra vez con el apoyo de los diputados del Ulster y de los pequeños partidos nacionalistas.

Habida cuenta de que el tema es tratado por el partido gobernante como una cuestión de confianza, la derrota del señor Callaghan se traduciría en unas elecciones generales el mes próximo.La estrategia gubernamental de mantener lo más «frío» posible el ambiente laboral y de no ceder a las presiones para la declaración del estado de emergencia está funcionando hasta ahora relativamente bien. Según los portavoces de los «comités regionales de crisis», puestos en marcha para seguir minuto a minuto el desarrollo de la actual huelga de camioneros, el suministro de productos esenciales se mantiene en un nivel satisfactorio. Un acuerdo entre el Ministerio de Transportes y el sindicato de los huelguistas garantiza que los piquetes no impidan la carga de una serie de productos convenidos de antemano y que van desde las medicinas hasta los alimentos para animales, pasando por el combustible necesario a escuelas, ancianos, etcétera.

Los empresarios, menos optimistas

La versión de los empresarios es menos optimista. Decenas de millares de trabajadores ya han sido enviados a su casa durante el pasado fin de semana y, según su confederación, los puertos siguen virtualmente bloqueados por piquetes, ilegales en algunos casos, lo que está ocasionando la pérdida de contratos de exportación por valor de muchos millones de libras. British Leyland ha cerrado una de sus plantas y otras grandes empresas pueden seguir su camino en los próximos días. Ford, por ejemplo, ha reducido su producción para conservar su stock de piezas el mayor tiempo posible.Nadie sabe con exactitud cuánto va a prolongarse la huelga que afecta tras su declaración de oficial a la práctica totalidad de los 180.000 camioneros privados del Reino Unidos. Sus efectos pueden ser decisivos esta semana, ya que al colapso del transporte por carretera puede sumarse una huelga total de ferrocarriles, hoy y el jueves, que a la hora de redactar esta nota parece inevitable. Ayer se produjeron los primeros indicios de que un sector de la patronal está dispuesto a pagar aumentos salariales por encima del 15 % rechazado por el sindicato. La negociación no se conduce a escala nacional, y una brecha abierta en una de las dieciocho zonas en disputa puede precipitar un acuerdo global.

Consciente de su vulnerabilidad, el Gobierno busca a toda máquina un entendimiento con los sindicatos que le evite el precipicio de unas elecciones en semejante clima. Los ministros económicos estudian el refuerzo de los poderes de la comisión de precios y la flexibilización de las negociaciones sobre aumentos salariales para los peor pagados, dos puntos por los que los gremios han venido presionando en los últimos meses.

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