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Debate en Israel por el caso de un almirante que intentó violar a una sargento

El almirante Michael Barkay, comandante en jefe de las fuerzas navales israelíes, acaba de ser absuelto del cargo «abuso sexual» con una joven sargento.

Esta sorprendente decisión de los tribunales ha provocado un gran debate en la opinión pública del país, sobre todo porque en el caso se ha visto involucrado un almirante, y los israelies no están acostumbrados a que sus jefes militares sean llevados a la justicia por intento de violación. Por el contrario, están habituados a cantar las glorias de militares que, como Barkay, han tenido que acreditar condiciones de valentía y de devoción extraordinarias antes de ocupar un puesto elevado en la fuerzas armadas.

Ha sido esta la primera, vez que un oficial superior ha sido procesado bajo semejante acusación, lo que sin duda contribuye también a acentuar la polémica. Por lo demás, el veredicto absolutorio dado por un tribunal especial, integrado por dos jueces de distrito de Tel-Aviv, a quienes se confirió provisionalmente el grado de general y por un general de reserva abogado civil, ha supuesto de hecho una condena.

En su fallo, el tribunal ha esta blecido que la absolución se debió únicamente a la falta de más testigos y testimonios que los de la propia demandante. Pero también ha señalado que los jueces «están totalmente convencidos de la veracidad de los hechos», dados a conocer por la sargento, incluida la «tentativa de violación». Por si fuera poco, el tribunal «no ha dado ningún crédito a la versión del acusado».

Resulta fácil comprender que después de tal «absolución» la opinión pública israelí considere al almirante Barkay moralmente culpable y espere, por tanto, que sus superiores, el general Eytan, jefe del Estado Mayor y el ministro de Defensa, Ezer Weizman, actúen en consecuencia.

Los derechos de la mujer

El caso Barkay se ha registrado en un momento en que la sociedad israelí está siendo afectada por ciertos cambios en el ámbito de los derechos de la mujer y de su estatuto moral y civil, especialmente de cara a los derechos de los hombres, tradicionalmente favorecidos en un país en el que las leyes religiosas rigen el estado civil de los ciudadanos.El Código Civil y Penal israelí se apoya en las leyes religiosas judías la jurisprudencia heredada del imperio otomano y los códigos ingleses introducidos durante el mandato británico en Palestina. Se trata de una mezcla extraña y compleja, pero igual que en el resto del mundo la calidad de la justicia de pende con frecuencia de la calidad de los jueces -a los que aquí se atribuye, en general, gran independencia e integridad- y del espíritu de los tiempos.

Ultimamente, la acción de los movimientos feministas ha influido bastante, igual que en Occidente, en los fallos de los tribunales ante casos de violación o intento de violación. Los magistrados se están mostrando mucho más severos ante los violadores. Abandonan, en ese terreno, los prejuicios seculares enraizados en una sociedad en que las leyes fueron hechas exclusivamente por los hombres y, corrientemente, para los hombres.

Así, hace un mes un juez de distrito condenó a varios años de prisión a seis autores de una violación colectiva sin tener en cuenta en absoluto los argumentos de la defensa: las «costumbres ligeras» de la demandante y el hecho de que uno de los acusados había mantenido con ella, durante mucho tiempo, relaciones de amistad e incluso de intimidad.

En su sentencia, ese juez incluyó el siguiente párrafo: «Hasta si la demandante se caracteriza, como se dice, por su actitud ligera, e incluso si ha convivido íntimamente con el acusado, éste no tiene por ello ningún derecho sobre ella. La demandante estaba en su derecho de rehusarle sus favores y de considerarse con razón como violentada, al no ser respetada su voluntad». Finalmente, el juez subrayó: «Hasta una prostituta tiene el derecho de elegir libremente a sus clientes y puede presentar una demanda por violación si se le trata de imponer un cliente o si un cliente intenta imponerse por la fuerza.»

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