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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Castilla-León no quiere ser la cárcel del Estado

Los últimos traslados de presos vascos supuestamente implicados en acciones terroristas, a la cárcel de Soria, nos hace recordar la famosa cárcel de Burgos y los procesos de la dictadura. Por lo visto, nuestra región tiene todos los atributos necesarios para ser tierra de cárcel y de opresión: tierra fría y decrépita, lugar desértico y sin población, gentes sumisas y sufridas donde las haya, amén de otras penurias e incurias. A Zamora también la nombran por su cárcel, antes de curas, hoy de delincuentes juveniles de todo el Estado. Desde nuestras misérrimas trazas, hirsutos hidalgos, seguimos defendiendo los altos valores del espíritu y de la Patria. Es el destino de la Castilla de la muerte, un alto destino, un destino para la eternidad. Ya.También hemos aceptado centrales nucleares, fábricas contaminantes de celulosa y de productos químicos que nadie quería, nos van a tocar otras muchas; si contaminan, si matan, como somos pocos, moriremos pocos. Perfecto. Somos el coto de la nobleza, el reducto del poder. Por no querer, no queremos ni autonomía; eso sí, somos españoles puros, netos, a secas en secano, en puro erial. Somos castellanos opresores, que desde nuestros grandes privilegios, nuestra alta renta, nuestra formidable industria y agricultura, exportamos hombres hacia Alemania y el resto de las regiones del Estado. Nuestras proverbiales maletas de madera adornan todos los trenes del Estado. Somos, en fin, los carceleros del Estado. Qué bien.

Pues bien, que lo oiga quien corresponda, desde nuestra tenue voz e impotencia estamos empezando a estar hartos, hartos de ver cómo desaparecen nuestros pueblos, hartos del paro, de los bajos precios de los productos agrícolas, hartos de que se nos mueran niños en pasos a nivel sin visibilidad, sin puentes, en malos coches, apelotonados, hartos de recibir migajas y desprecios y, en este momento, hartos de recibir presos que no nos pertenecen. Queremos recibir vida y progreso, y no responsabilidades que no nos conciernen. Tenemos demasiados problemas, sufrimos demasiados riesgos políticos y estructurales a cambio de nada. Ya está bien.

Cada nacionalidad, cada región debe asumir sus propios presos, si es que se merecen estar presos, sus propios inadaptados, los riesgos del desarrollo que ella haya buscado. Las cárceles, los reformatorios, en el caso de que deban existir, estarán en el marco social donde hayan surgido los presos y los problemas.

Si un Gobierno tiene que trasladar a otra región a unos presos porque en la región de los presos no tiene garantía de seguridad, ni puede cumplir con sus responsabilidades, o ese Gobierno no tiene nada que hacer allí o es incapaz. En cualquiera de los casos debería largarse y dimitir.

(Del Instituto Regional Castellano-Leonés)

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