Romper el roscón
Los sindicatos han estado a punto de romper el roscón, o sea el roscón de Reyes, con una huelga del gremio de pastelería. Al final parece que ha habido acuerdo. Yo me alegro por las familias unidas que comen roscón todos los años y no tienen otra ruptura ni novedad en su vida que la sorpresa anual de la sortijita del roscón, que un año le sale al niño y otro año le sale a la niña y hasta algún año le sale a la abuelita, la pobre.Pero veo en el roscón, o en esa anguila de mazapán que se muerde la cola, como un símbolo modesto y menor de la circularidad burguesa de la pequeña vida, de las vidas sombrías y las tragedias de la vida vulgar sin tragedia, y oigo a Juan Cueto:
-Los progres dejan de ser progres por Navidad y se comportan como sus padres y abuelos.
Dicen que lo hacen por la familia, claro. Como cuando todas mis amigas las progres se casan de largo en los Jerónimos, con una cola que llega hasta Neptuno, después de haber transmigrado por comunas y falansterios hasta los veinticinco, años, más o menos:
-No, por la familia de él, ya sabes, para qué darles un disgusto, tiene, a la madre con varices varicosas.
Bueno, pues creo que eso precisamente es lo que tiene que romper un sindicalismo revolucionario: el roscón irrompible (que no es de mazapán, sino de hierro) de la continuidad circular de la vida y la clase burguesa, con sus instituciones mayores y menores de explotación del hombre por el hombre, plusvalía y topes salariales. Hacer la revolución es romper el roscón -mediante la huelga, en este caso-, porque la sorpresita que suele depararnos una vez por siglo, si no una vez por año, el roscón del tiempo circular de Mircea Eliade, es el cañón Berta o la bomba de Hiroshima, o los neutrones de Carter o los missiles y polaris que ya enseñan los chinos en fotografía.Toda sociedad circular, ritual, constituida en roscón indestructible, guarda la sorpresa mortífede, cuando menos, una guerra mundial por siglo. O dos, como nos han tocado en éste.
El alcalde de Madrid, señor Alvarez Alvarez («no le llames Avarez/ Vaguada, hombre», me sugiere un liberal) ya ha anunciado que se presenta para diputado ucedé, e incluso que quisiera ir inmediatamente detrás de Suárez, por Madrid:-Yo no vengo a hacer carrera política -nos dijo cuandole dieron la silla.
Suárez convoca unas elecciones generales fatigantes, redundantes y, como me decían ayer los obscenos pájaros de la noche del PTE, «sólo llama a las masas cuando las iaecesita, no cuando lo necesitan las masas». Estas elecci o nes generales que vamos a atravesar tienden a cerrar el roscón, la circularidad de una democracia que se escora peligrosamente hacia el aportuguesam lento. Sobre Alvarez Alvarez, lo mejor lo ha dicho el cronista Luis Prados de la Plaza:
-El señor Alvarez, el alcaldealcaldable...
Nuestro alcalde alcaldable tiene algo de alguacil alguacilado o regador regado, y yo ya le he def ¡nido alguna vez como el Harold Lloyd de la película muda y municipal de Madrid. Don José Luis es puro celuloide rancio que quiere ser nada menos que el segundo de Suárez, este bondadoso señor de sonrisa Luciani, que no venía a hacer política. Lucían¡ se fue demasiado pronto y apenas nos ha dejado nada a los feligreses. Sólo a Alvarez le ha dejado la sonrisa. Así las cosas, sólo las centrales sindícales, mediante.la huelga (cuando sea menester, y nada de huelga salvaje) pueden romper el siniestro círculo vicioso producción/trabajo que es el roscón de Reyes o anguila de mazapán que se muerde la cola con que el grancapitalismo obsequia a sus niñps por estas fechas. Y en el roscón, al niño, le suele entrar de sorpresita un latifundio.
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