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Reportaje:

Numerosas imprudencias en la sanidad española

Hace escasas semanas, un ayudante técnico sanitario detectó un caso de alergia a la inyección de antibiótico. Era un caso entre otros posibles. «Observé -cuenta a EL PAIS José de la Hoz Ortega, ATS con veinticinco años de ejercicio- la reacción alérgica a los pocos segundos de terminar la inyección. El enfermo se ahogaba, se moría... Tenía todo el cuello, tórax, abdomen y extremidades rojas, con un intenso prurito. Experimentaba, además, dolor de cabeza, angustia, sudor...»La rapidez, en estos casos, es esencial. Tras una inyección de corticoides y la administración de oxígeno, se procedió a trasladar a la persona afectada a la Residencia Sanitaria Francisco Franco. Una vida se había salvado, actuando con rapidez. En este caso, la reacción grave de alergia ante antibiótico inyectado había sido superada con éxito. Pero no siempre acaba así la historia.

Reacciones alérgicas

Las reacciones alérgicas a la inyección de algún antibiótico o medicamento (vacunas, sueros, vitamina B12) se manifiestan de diversas formas. El caso más frecuente es la aparición de sensaciones de angustia, asfixia, así como pérdida de conciencia, malestar inmediatamente después de ser inyectado el preparado. En otras ocasiones, la manifestación tarda algunos minutos u horas en presentarse. La rapidez en la actuación será el factor determinante en la recuperación del enfermo.Cuando una persona se siente súbitamente mal, tras la administración de una inyección, presentando sensación de angustia, náuseas, pérdida de conciencia, sudor, palidez, vómitos, etcétera, debe actuarse rápidamente. Según fuentes consultadas, el practicante debe, en ese caso, aplicar al paciente un corticoide (normalmente se emplea urbasón) y ayudar la respiración de la persona afectada con oxígeno si existe edema de glotis, mientras se le traslada a un gran centro hospitalario donde, en caso necesario, incluso se debe practicar una traqueotomía, tras lo cual debe mantenérsele en continua vigilancia hasta que el peligro haya desaparecido.

En otros casos, la alergia se manifiesta como una erupción rojiza que se extiende por todo el cuerpo. Esto se conoce con el nombre de exantema. La actuación con la que debe responderse en este caso es la misma que la descrita anteriormente, resultando igualmente esencial la rapidez. La gravedad del enfermo es proporcional al grado de intensidad con que se presenta la reacción alérgica. Pero, en todo caso, la rapidez es una de las normas esenciales a tener en cuenta.

La única forma de resolver seriamente los posibles problemas alérgicos ante un determinado medicamento es por medio de un antibiograma, estudio que sólo se lleva a cabo en los grandes centros sanitarios. Por otra parte, las pruebas intradérmicas que algunos médicos exigen no sirven de mucho, según los especialistas, pues el antibiótico, está preparado para ser inyectado intramuscularmente, y estas pruebas alérgicas se realizan inyectando superficialmente bajo la piel. Se ha comprobado que, aunque se trate sólo de agua destilada lo que se introduce, ello produce una reacción lógica del tejido epitelial, reacción que puede ser confundida con la alergia.

Respecto a la posible aparición de reacciones de alergia después de que una sustancia ha sido suministrada en varias ocasiones, cabe la posibilidad de que cualquier antibiótico, en un momento dado, plantee intolerancia. Casi siempre hay un primer aviso que nunca pasa inadvertido por el enfermo y por el practicante, y que se manifiesta inmediatamente después de la inyección como una sensación rara de malestar, mareo y manchas. En ese caso debe realizarse un antibiograma y controlar la medicación posterior.

Hace algunas semanas, por poner un ejemplo, se presentaba una señora en un consultorio madrileño presentando síntomas de malestar y relatando que ocho años antes había sufrido un episodio parecido. Otro caso se presentó recientemente en un consultorio madrileño, en una persona que reaccionó a la administración de un inyectable con procaína. Es frecuente el ingreso diario de varias personas en grandes residencias con problemas de este tipo.

Según fuentes sanitarias consultadas el médico debe tomar precauciones. De hecho, en las residencias sanitarias se lleva un expediente de cada enfermo y debiera ocurrir lo mismo en los ambulatorios. Se ha perdido la comunicación médico-enfermo. A partir de las cinco de la tarde el enfermo va directamente a la residencia sanitaria con lo que nos encontramos éstas abarrotadas de trabajo mientras los ambulatorios no funcionan al máximo».

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