Coplaco quiere prohibir que se edifique en la sierra y en las cuencas de los ríos
La Comisión de Planeamiento y Coordinación del Area Metropolitana (Coplaco) presentó ayer en una rueda de prensa el avance de lo que constituirá el Plan Especial de Esparcimientos (o de Espacios Abiertos, que el nombre definitivo aún no se ha concretado). El plan pretende, acogiéndose a la ley del Suelo de 1975, declarar como totalmente inedificables cinco zonas ecológicamente importantes de Madrid. El estudio se presenta pocos días después de que la Diputación hiciera lo mismo con uno propio, lo que pone al descubierto aún más las graves diferencias urbanísticas y políticas que separa a ambos organismos.
El plan presentado ayer por Coplaco es el desarrollo del antiguo Plan Especial de Protección del Medio Físico, que, redactado por la antigua ley del Suelo de 1956, contenía conceptos superados o muy mejorables. El plan anterior, aprobado hace dos años y hoy congelado, permitía en cualquier zona una edificabilidad mínima de 0,2 metros cúbicos por metro cuadrado. Entre otras cosas, lo que pretende el nuevo es que esa posibilidad de construir desaparezca totalmente en las zonas que por su valor ecológico o paisajístico lo merezcan.En palabras de Fernando Terán, padre directo de la criatura, el nuevo plan que se redacta actualmente quiere concretar las limitaciones de aprovechamiento de suelo, los espacios que puedan dedicarse a actividades deportivas y recreativas y definir los programas impulsados por el sector público que fomenten la utilización del ocio, respetando en todo momento las características del terreno en cuestión y evitando su degradación.
Las cinco zonas donde se va a aplicar el plan son: la zona de la sierra, subdividida a su vez en la sierra más al norte (de Cotos a la derecha, también llamada «sierra pobre») y la situada al Este (de más difícil aprovechamiento por la congestión de colonias ya consolidadas), toda la cuenca del Jarama, donde se pueden compaginar las actividades agrícolas con el esparcimiento. La tercera zona, la cuenca del Guadarrama, presenta posibilidades similares. La cuarta zona sería los montes de El Pardo, de Viñuelas y las faldas de la sierra, donde se incluyen la dehesa Boyal, de San Sebastián de los Reyes, los bosques de Boadilla del Monte, etcétera, y la quinta la formarían los terrenos formados mayoritariamente por acumulaciones de yeso de la zona sur de la provincia, muy poco aptos para la edificación, pero que ofrecen buenas perspectivas para el almacenamiento de residuos.
Las buenas intenciones no bastan
Enmarcando este panorama de color rosa en la rueda de prensa, se habló también de las múltiples dificultades que obstaculizan su efectiva realización. En primer lugar hay que situar el duelo Coplaco-Diputación Provincial. Este último organismo anunció hace pocos días la creación de un consorcio formado por ella misma, el Gobierno Civil y los ayuntamientos de la sierra norte que impulse el crecimiento socioeconómico de la zona, consorcio del que curiosamente se ha dejado al margen a Coplaco. Elías Cruz, delegado del Gobierno en el Area Metropolitana, fue tajante al afirmar que el órgano encargado del planeamiento en la provincia es Coplaco y que los planes que quiera desarrollar la Diputación tendrán que supeditarse a las directrices emanadas del primero.Otro obstáculo es la proliferación de planes coincidentes sobre el mismo ámbito. A los dos citados hay que añadir el Plan de Equilibrio de Montaña, de Icona, y otro redactado desde la Delegación Provincial del Medio Ambiente del Gobierno Civil. Urge, pues, una coordinación efectiva y sincera entre todos.
El tercer incoveniente grave es la existencia de falsas fronteras administrativas. En la rueda de prensa se reconoció lo absurdo de proteger la parte de la sierra comprendida en los límites de Madrid, y no completarla con una acción similar en la parte correspondiente a Avila y Segovia. En este caso sería la Subdirección de Ordenación Territorial y Medio Ambiente quien debería impulsar la creación de organismos de gestión y planeamiento interprovinciales, entes de los que existen muchos antecedentes en otros países.
Y el cuarto valladar con el que se encuentran las buenas intenciones de Coplaco es la actual estructura administrativa de la provincia, atomizada en más de 170 municipios, de los que el 80% no cuenta con medios técnicos ni humanos que permitan iniciar proyectos de aprovechamiento del terreno cuyos beneficios reviertan al interés común. Hasta ahora, la tónica más frecuente es que sean empresas privadas quienes compren a bajo precio los terrenos necesarios y los con viertan en zonas de esquí, hoteles de turismo, colonias de chalets, etcétera, con lo que los beneficios van a parar a las inmobiliarias y a las entidades bancarias situadas detrás. Es decir, al maremágnum de competencias que se interfieren, a la proliferación de planes casi coincidentes a la falta de una verdadera participación ciudadana, hay que añadir los problemas, cuya solución es puramente política, de conseguir una efectiva autonomía municipal y una operatividad de los mecanismos municipales.
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