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El terrorismo, legado de los sistemas autoritarios o fascistas

En los países regidos anteriormente por un sistema autoritario o fascista, el culto implícito a la violencia ejercido desde el poder es un factor determinante de brotes terroristas subsiguientes, una vez estos países acceden a la democracia.Esta es una de las conclusiones presentadas en la primera conferencia internacional sobre terrorismo, finalizada en Berlín occidental el pasado fin de semana, en la que han tomado parte 64 expertos procedentes de doce países.

Entre las observaciones presentadas, también destacan las formuladas por el ministro federal de Justicia, Hans-Jochen Vogel, que se ha expresado en contra de la creación de un instrumento legal especial para la lucha contra el terrorismo, y la presentación de este fenómeno como una secuela de la crisis de autoridad moral heredada por la juventud actual tras los abusos autoritarios que significaron el nazismo, el estalinismo y la amenaza atómica, entre otros.

Un año después del asesinato del presidente de la patronal alemana, Hans Martins Schleyer, que significó una honda conmoción en la sociedad alemana, al fin se emprende en este país una discusión abierta y científica sobre las causas y consecuencias del terrorismo.

Esta iniciativa, bajo los auspicios de la Universidad Libre de Berlín, se propone repetir la celebración periódica de conferencias internacionales con el objetivo, según el profesor Loewenthal, de evitar el círculo vicioso de terrorismo-represión-terrorismo.

Para este experto, en la base del fenómeno cabe situar un hecho: nuestra juventud no cuenta, en sus mayores, con ejemplos imitables. Esto, más la decepción estudiantil posterior a las revueltas de 1968, ha provocado una radicalización en ciertas minorías.

«Sin embargo -añadió Loewenthal- hemos de acostumbrarnos a convivir con radicales empedernidos, si no queremos que estas posturas terminen en terrorismo.»

Sobre esta base, la mayoría de los expertos han coincidido en rechazar cualquier tipo de hipersensibilización de una sociedad respecto del fenómeno del activismo armado.

«Los terroristas no son casos perdidos», manifestó el politólogo israelí Harkabi.

En este sentido, y así lo ha aceptado la RFA, aplicando el sistema de cárcel abierta a algunos antiguos militantes del «Ejército Rojo», existe consenso entre los especialistas en cuanto a que el mejor camino para combatir el problema es la «resocialización», evitando de entrada el aislamiento carcelario a que se vieron sometidos hace un año los dirigentes principales de la organización Baader Meinhoff y otros grupos activistas similares. Estadísticamente se ha comprobado, y así lo ha reflejado el doctor Loewenthal, que los activistas de esta tendencia son personas muy depresivas que llevan la añoranza de la muerte hasta tal extremo que, de no poder morir en un enfrentamiento con la policía, pueden optar por el suicidio.

Para el doctor Fried, «nadie nace terrorista ni tiene por qué serlo toda la vida inevitablemente, si la sociedad pone los medios.»

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