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Los sindicatos británicos se oponen al plan naval del Gobierno laborista

Los sindicatos se opondrán por todos los medios a un plan de supervivencia de los astilleros británicos que prevé la desaparición de más de 12.000 puestos de trabajo en los próximos tres años. La industria nacionalizada de la construcción naval ha perdido más de 15.000 millones de pesetas en lo que va de año.

El Gobierno ha sido cogido por sorpresa tras el descubrimiento por los líderes sindicales, en una asamblea del sector celebrada en Newcastle, de unas propuestas que estaban todavía en fase confidencial. La repercusión política de despidos masivos en zonas ya con alto desempleo puede ser grave para el laborismo. El primer ministro ha sido emplazado desde su propio partido para vetar un proyecto que «puede llevar la miseria a la zona del Tyne», en el noroeste del país, donde se concentran los astilleros sentenciados, según fuentes sindicales.El proyecto de los responsables de la industria de construcción naval -que será discutido exhaustivamente en las próximas semanas- prevé el cese de un tercio de la mano de obra ahora empleada en la construcción de barcos mercantes y aumentos progresivos de la ayuda estatal. En 1981, los 33.000 trabajadores actuales se habrían reducido a 2 1.000 y los subsidios gubernamentales aumentarían a 15.000 millones de pesetas anuales. El objetivo por entonces sería una capacidad global de 430.000 toneladas de registro bruto.

Según los responsables del sector, su proyecto, uno de los cuatro considerados, es el que envuelve menor costo social si es que se quiere salvar una industria tocada de muerte, opinión esta que comparte el Gobierno británico, para el que la construcción naval se ha convertido en su más serio problema industrial. El mantenimiento de las 630.000 toneladas actuales de capacidad y la mano de obra correspondiente, 33.000 hombres, ha sido desechado después de evaluar su coste: 45.000 millones de pesetas anuales.

El exceso de capacidad de la industria naval, que ha llevado a los países poderosos en el sector a cortes tan espectaculares como el 35% japonés, ha sido sufrido por Inglaterra al precio de grandes inyecciones de fondos públicos. El hecho de que en Europa virtualmente todos los países hayan puesto en práctica, o se dispongan a hacerlo, planes de reorganización de sus astilleros ha colocado, finalmente, a Londres en una situación insostenible, agravada por las grandes presiones de la CEE sobre el Gobierno británico para que elimine puestos de trabajo.

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