Políticos y agregados de Universidad

Los opositores a agregadurías de Universidad que superaron en el pasado el último ejercicio de su oposición, sin ser promovidos a las plazas en litigio por no haber recibido el número necesario de votos, se reunieron el día 17, en asamblea permanente, con el fin de presionar para su incorporación, por decreto, al Cuerpo de Profesores Agregados. Ante el temor de que se llegue a una decisión por consenso entre unos pocos, sin intervención de otros,sectores interesados, creo indicado hacer las siguientes consideraciones:a) Que la oposición a agregados a Universidad se realiza para optar a plazas determinadas y no para ingresar en el Cuerpo. Existen, sin duda, docentes que han renunciado a opositar por falta de interés en las plazas concretas que se han convocado (motivo muy válido en una situación de anhelada autonomía universitaria. La «transhumancia» burocrática del profesorado ciertamente no contribuye a aumentar la personalidad de las Universidades). Una disposición. ampliando a posteriori el objetivo de la oposición sería, claramente, injusta para tales personas.

b) Que se admite ampliamente que muchos de los opositores que han llegado hasta el último ejercicio lo han hecho, en ocasiones, por condescendencia del tribunal, para permitirles «foguearse» o por otros motivos. Esto podría considerarse ligereza, pero es, en todo caso, de escasa transcendencia, pues los tribunales siempre han sabido el número de votos realmente necesarios para adjudicar las plazas dirimidas.

c) Que, si bien parece seguro que si los asamblearios consiguen sus propósitos ingresarían en el cuerpo un número determinado de universitarios competentes (aunque no necesariamente los únicos ni los mejores, como hemos visto), no hay por qué suponer que todos los que fueron «casi aprobados» en el pasado (en ocasiones hace bastantes años) estén capacitados para ser agregados en la actualidad, máxime cuando algunos de ellos han abandonado, total o parcialmente, la Universidad.

Me gustaría que el Ministerio de (Sigue en página 10) (Viene de página 9) Educación no hipotecase la política universitaria, pasada y futura, con medidas coyunturales (y, menos injustas). Parecería lógico que, si de verdad quiere lograr una Universidad funcional, se plantease, en profundidad y coherentemente, los medios de que dispone y los objetivos que pretende antes de tomar decisiones. Tal vez así conseguiría dar la impresión (seguramente útil también desde el punto de vista electoral) de que planea los acontecimientos, en lugar de limitarse a reaccionar a ellos o, lo que es lo mismo, de que existe política universitaria y no Universidad de políticos.

(agregado interino de la Complutense)