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Reportaje:Medios de comunicación e integración social de minusválidos / 1

La informacion sobre los disminuidos físicos no se aplica de forma correcta

La democracia ha aportado, entre otras cosas, la necesidad de tomar conciencia sobre determinados problemas sociales, entre los que se encuentra el de los marginados a causa de sus cualidades físicas disminuidas. Se les ha tratado como si no pertenecieran al género humano, a la raza de los «poderosos normales», y ahora se hace necesaria su integración en el cuerpo social, del que nunca debían haber sido segregados. En este último proceso se ha dicho que los medios de comunicación deben jugar un papel destacado. Sin embargo, un grupo de expertos ha llegado a la conclusión de que los grandes medios de comunicación, tal y como se plantean actualmente, no ayudan a la integración social del minusválido.

Durante el largo régimen autoritario anterior los minusválidos fueron utilizados como un mero objeto de relaciones públicas para crear una imagen confortable del jerarca protector de turno. Al llegar la democracia los minusválidos consiguieron tomar la palabra, ser los autores de su propio discurso, pero esta democracia formal no ha supuesto todavía una accesibilidad a la omnipotencia de los mass media. La integración de estos grupos marginados en el cuerpo social no se está produciendo con la ayuda de los grandes medios de comunicación. Pero la integración social del minusválido no es sólo un problema de información. Responde a algo más profundo.Esta es la tesis que han mantenido sobre el caso español Pedro Sangro y Ramón Puig de la Bellacasa, participantes en el Seminario Internacional sobre La imagen social del minusválido y el papel de los medios de comunicación, recientemente celebrado en la Casa de la UNESCO, de París, y al que han asistido más de cien especialistas en medios y marginación de todo el mundo.

El seminario tenía como finalidad el estudio de los problemas de la reinserción social de los disminuidos físicos, constantemente amenazada por barreras materiales y psicosociales, y la concienciación de la necesidad de intervenir por los canales informativos para evitar fenómenos de segregación. Al final de esta reunión, en la que han participado como ponentes muchos minusválidos, se han hecho públicas una serie de recomendaciones «para que puedan ser asumidas por los diferentes grupos sociales».

En general, la conclusión global a la que han llegado los expertos es que en cantidad y calidad la información sobre los minusválidos no se aplica de forma correcta, está inadaptada. Esto hace que los minusválidos tengan el sentimiento de estar marginados del campo de la información. Principalmente la televisión y la radio son los medios que menos se han adaptado a la difusión de las realidades de los minusválidos. Por otra parte, el tema de los marginados es poco vendible para los medios masivos. El minusválido no interesa como materia de información.

Las causas de esta representacióh incorrecta de la imagen del minusválido Pueden encontrarse tanto en la psicología profunda como en aspectos organizativos. La sociedad ha creado defensas arquetípicas de huida, de rechazo, de desvalorización frente a lo que tiende a romper la norma de validez y a presentar la propia naturaleza, expuesta a las debilidades de todo tipo (enfermedad, muerte, disminución física). Por si esto fuera poco, los medios masivos de comunicación tienden a reformar la idea de lo sano, de lo superpotente del hombre guapo, rico, poderoso como si esta fuera la realidad de todos los consumidores de mensa jes informativos.

Marginación lingüística

En esta estrategia de falsa autodefensa la sociedad comienza por marginar lingüísticamente a los minusválidos (de personas minusválidas se han quedado sólo con lo que es adjetivo de estas personas es decir, con «minusválidas»; convierte así lo que es adjetivo en sustantivo). Pero el ejercicio del lenguaje como instrumento de poder (al minusválido se le bautiza desde las altas instancias sociales -mucho peor es lo de «inválido» de los tiempos franquistas-) se hace patente todavía con más claridad cuando se considera la incapacidad, que tienen estas personas minusválidas, sobre todo las sensoriales (sordos, ciegos, mudos) para acceder a la utilización, como emisores y como receptores, de los me dios tradicionales de comunicación.

Los participantes del seminario de París son conscientes, sin embargo, de que Ios media no son todopoderosos no son la panacea en el campo de modificación de actitudes y mucho menos cuando se Pretende modificar las actitudes sobre minusválidos. Incluso en el caso de que esas actitudes llegarán a modificarse no se habría conseguido por ello la modificación de los comportamientos sociales con respecto a estas personas.

Por todas estás razones, entre las recomendaciones de este seminario se encuentra la de que se debe acentuar lo que el minusválido tiene de común con las otras personas, es decir, su relación con el entorno, pero manteniendo el «derecho a la diferencia» por sus peculiaridades». Igualdad y diferencia -como ha dicho Ramón Puig-, pero sin dramatizar, sin decir al minusválido que tiene las mismas capacidades que el superhombre que presenta, por ejemplo, la televisión pero tampoco sin remarcar agravadas las diferencias, aunque sea en la línea de decir que Dostoievski y Beethoven fueron minusválidos y a pesar de ello fueron dos grandes genios».

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