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Detenidos por presunta estafa los propietarios del centro de estudios Jovi

José Manuel Rico Pérez, de veintiséis años, y Víctor Rivera Lorente, de veintisiete años, han sido puestos a disposiciónjudicial como presuntos autores de un delito de estafa consistente en el mantenimiento de una acedemia en la que, sin ningún reconocimiento oficial ni permiso correspondiente, se impartían clases para azafatas auxiliares de vuelos, auxiliares sanitarios y oposiciones para el Instituto Nacional de Previsión. La academia, denominada centro de estudios Jovi y situada en el piso primero de la calle Pizarro, 17, estaba, según se informaba a las alumnas, capacitada para expedir títulos de las enseñanzas que se estudiaban en el centro, hecho que posteriormente se comprobó falso.El sistema que usaba el centro para la captación de alumnas era la propaganda a domicilio. «Vino una chica y me dijo que rellenara un impreso en el que se preguntaba desde si me gustaban los museos hasta lo que me producía ver una hemorragia. Como decía cobrar cinco duros por cada impreso relleno redacté las respuestas y a los pocos días recibí una carta del centro de estudios Jovi en la que manifestaban verme interesada por el curso de auxiliar sanitario por lo que enviaban una señorita que formalizaría la inscripción si yo quería», manifestó a EL PAIS, Pilar Soledad Macho, de diecinueve años, una de las cuatro denunciantes.

Una vez inscrita en el centro y pagada la matrícula, cuyo importe era de 5.000 pesetas, la señorita Macho, en unión de otra señora, inició sus estudios de auxiliar sanitario en el mes de junio en una clase en la que ya había desde el mes anterior cinco mujeres más. «Los honorarios eran de 2.500 pesetas mensuales aunque no los pagamos en el mes de agosto, ya que el centro cerró por vacaciones. En la matrícula estaban incluidos, además de un libro para el auxiliar sanitario, una bata, zuecos y material de trabajo, pero lo cierto es que no nos dieron nada e incluso para hacer unas prácticas nos tuvimos que llevar hasta las vendas de nuestra casa.»

Los señores Rico y Rivera, de profesión director comercial y tornero respectivamente, declararon haber destruido los archivos y la documentación, por lo que se desconoce el número de alumnos afectados por la presunta estafa.

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