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Entrevista:

"España puede crecer en los próximos años más de un 4% anual"

Llegó del exilio voluntario en vísperas de las primeras elecciones legislativas del país y a las pocas semanas estaba sentado en un despacho de la Administración, como director general en el equipo de Fuentes Quintana, Con la crisis de febrero pasado fue ascendido a secretario de Estado para, la Coordinación y Programación Económica. Se llama José Luis Leal, es granadino, tiene 39 años, está casado, con tres hijos, y fue compañero de estudios del rey Juan Carlos. Perteneció al «Felipe» en sus años universitarios. De los planes de desarrollo se ha pasado al consenso económico, del que Leal es quizá su máximo exponente, En su silencioso despacho de Castellana, 3, se elaboran ahora las ideas rectoras de la política económica del Gobierno, su titular dice que ha terminado para él la neutralidad política y que se acaba de afiliar a la UCD porque «yo no creo en eso del tecnócrata apartidista». Con él ha mantenido una larga conversación Primo González Ortiz.

EL PAIS. Usted es un español que ha vivido años en una especie de exilio y que, de pronto, vuelves al país y lo encuentras de otra forma. ¿Qué diferencia había entre esas dos Españas?José Luis Leal. En primer lugar, aunque yo venía de fuera, de París exactamente, y de la OCDE, tenía un cierto conocimiento de lo que era la economía española, porque en la OCDE estudiamos a fondo las economías de los países miembros y, concretamente, la de España la. he seguido bastante. Lo que sí me ha sorprendido ha sido la letra pequeña, el día a día, todo ese conjunto de cosas que en un estudio económico no se pueden reflejar. Vista desde fuera, la economía española es mucho más dinámica que las de los demás países europeos. Tiene como más vitalidad, quizá porque arranca de un nivel reciente más bajo. Y es una economía bastante peculiar, porque en los años sesenta estaba saliendo del subdesarrollo y era, en consecuencia, menos sofisticada que la de los demás países europeos. No era en absoluto una economía europea, ya que hay un gran peso del sector agrario, un sector industrial distinto, unas relaciones laborales también bastante diferentes. Pero poco a poco se va pareciendo a la europea.

P. Pero en qué consiste ese dinamismo económico español...

R. El dinamismo que durante los últimos años ha tenido la economía española estaba asociado a la expansión económica internacional, que todos sabemos que ha sido muy intensa durante los años sesenta. Este crecimiento no volverá, al menos con la intensidad de los últimos años previos a la crisis petrolera. Todo el mundo, occidental se está ajustando a unos niveles de crecimiento claramente más modestos. La cuestión es saber cómo nos ajustaremos nosotros, porque el ajuste de la economía española ha tenido que enfrentarse a dos dificultades simultáneas: la derivada de la crisis del petróleo y la de una transición política interna. De todas formas, a medio plazo, las posibilidades de crecimiento son elevadas. Tenemos espacio, que es un factor muy importante. Tenemos una población que es uno de nuestros principales activos, con una clase obrera que se adapta bien a los requerimientos de una sociedad industrial. Tenemos también una infraestructura sofisticada y potente. Y no podemos olvidar que el crecimiento económico anterior fue muy despilfarrador, y si conseguimos cortar una parte sustancial de este despilfarro se pueden lograr importantes economías.

De todas formas, tenemos por delante todavía varios años claros con ritmos potenciales de crecimiento elevado. Hace dos años estábamos en un crecimiento del orden del 2%, con un déficit exterior enorme, que constituía una auténtica sangría para el país. Incluso se ponía en duda el que pudiéramos crecer más sin déficit exterior. Pero la experiencia del 78 nos dice que sí, que podemos considerar el futuro con bastante optimismo, que podemos crecer cada año un 4% y más, y soportar perfectamente un déficit exterior por cuenta corriente financiable sin grandes agobios. En definitiva, el ajuste que hemos realizado durante este año demuestra que el sector exterior ya no será un obstáculo para el crecimiento económico, como sucedía en el pasado.

P. Bien, pero, sin embargo, la economía española necesita crecer bastante, incluso bastante más, para absorber el desempleo estructural que, hay en el país. La economía española no ha sido capaz de crecer lo suficiente para crear el empleo que demandaba la sociedad española, y esto ha representado una dificultad adicional para la consolidación de la democracia.

R. La sociedad española se está configurando ahora de forma muy distinta respecto a como sucedía hace unos años. Y esto puede cambiar mucho las cosas en cuanto a la capacidad para crear empleo. En el sistema anterior existía un conjunto de rigideces muy importantes en la economía, lo que no tenía demasiada importancia porque todo el mundo atravesaba una etapa de fuerte crecimiento económico. Pero ahora la situación es mucho más incierta y la economía necesita mecanismos flexibles de adaptación que surjan de la sociedad, y no del Estado. Y esto supone un cambio muy grande. El Estado tiene que tener una mayor capacidad de movilizar el potencial creador de la sociedad, y en la medida en que lo consiga sobreviviremos mejor. En el sistema anterior todo estaba regulado y reglamentado, y nosotros pretendemos que sea la propia sociedad la que se movilice para resolver sus problemas.

P. Pero a veces tenemos la impresión de que el país no está por esta labor, que hay muchas inercias en favor del mantenimiento de ese concepto de un Estado que todo lo resuelve y todo lo reglamenta.

R. Estoy de acuerdo en que esa inercia subsiste en buena medida. Tenemos una sociedad bastante integrada y uniforme, con unos tipos de conducta social muy rígidos y con una clara tendencia al un¡formismo.

En cuanto a las tendencias intervencionistas, desde luego que existen y que hay esa inercia. Venimos de un régimen en el que el Estado intervenía en la economía, pero intervenía mucho en lo accesorio (como, por ejemplo, regulando los precios por decreto, que no sirve para nada) y poco, o casi nada, en lo fundamental, como, por ejemplo, en la redistribución de rentas.

P. Ya, pero volvamos a eso de la lucha contra las inercias del pasado. ¿Quién está luchando realmente contra eso?

R. Sin duda alguna, este Ministerio.

P. ¿Y con qué armas?

R. Con las del convencimiento y la razón..., por utilizar las grandes palabras.

P. Pero eso puede ser contradictorio o, simplemente, complicado, porque en la propia Administración hay enormes resistencias para soltar competencias e intervencionismos.

R. Estoy de acuerdo en que la Administración tiene que acostumbrarse más a una sociedad espontánea, democrática y libre. Pero esto es también responsabilidad del ciudadano. La gente no tiene espíritu de resistencia ante los atropellos de la burocracia, y hay que darle al ciudadano confianza, en que debe luchar contra eso. La sociedad entera paga impuestos y tiene derecho a exigir que el dinero se gaste bien y que la Administración esté al servicio de los ciudadanos.

P. ¿Cómo ve al empresariado español en estos momentos?

R. Ha tenido que adaptarse una situación completamente distinta. Durante el régimen anterior estaba muy protegido por las aduanas y por las relaciones laborales tan peculiares que tenemos en el país. El riesgo de las inversiones hay que reconocer que ha aumentado mucho, pero por una serie de motivos que afectan a todo el mundo, como la incertidumbre económica internacional, a lo que hay que unir, en nuestro caso, la transición política. Pero al empresario lo que le gusta y lo que le justifica es invertir. Y no invierte por que el dinero está caro y escaso, y por una serie de motivos. En los últimos meses, las incertidumbres se han eliminado mucho y el modelo democrático es aceptado por la inmensa mayoría del país. En estas nuevas condiciones, el empresario tendrá que asumir riesgos porque desde el Gobierno no podemos garantizar absolutamente todo: el precio del petróleo, los ajustes de balanzas de pagos... P. Hablemos un poco de los problemas más inmediatos. El país necesita un ambicioso relanzamiento de la inversión para el año próximo. ¿Hay condiciones favorables para este despegue de las expectativas?

R. En España hemos tenido que hacer. frente a tres crisis, por llamarlas de alguna manera, diferentes. Estaba el enorme clima de incertidumbre internacional, que influyó ampliamente en el país. Estaba después la necesidad de proceder rápidamente a un ajuste económico que encajara los efectos de la crisis del petróleo, lo que, en casi todas partes, se hizo en un plazo muy breve y que en España no se abordó. Y luego, casi a renglón seguido, el cambio y la transición política. Son demasiados frentes para que el país no haya sufrido un impacto fuerte del que es, lógicamente, muy dificil salir.

P. Pero el ajuste está a medio hacer ya, y vamos camino de completarlo dentro del próximo año. Ahora falta saber qué va a pasar con la inversión.

R. El Gobierno puede hacer cosas para relanzar y estimular la inversión, pero está claro que no lo puede hacer todo. En primer lugar, el sector público no puede ni debe sustituir a la iniciativa privada en la actividad económica. Entonces, ¿qué puede hacer el Gobierno a favor de la inversión? Yo diría que dos cosas, básicamente. La primera, favorecer una política financiera que induzca una caída de los tipos de interés, con plazos más acordes con las necesidades financieras de las empresas. Y, segundo, desarrollar bien, estratégicamente, la inversión pública, pero sin crear inflación. No podemos desarrollar la inversión sin saber qué va a pasar con los costes, y por eso tenemos que mantener y reforzar el clima de moderación de costes queiniciamos hace un año, porque lo contrario sería volver a la espiral inflacionista. Y tampoco podemos echar por la borda los avances conseguidos durante este primer año de ajuste.

P. Pongámonos en el otoño del 77. ¿Qué factores han cambiado, desde entonces y qué vientos pueden soplar en favor de una mayor tasa de inversión?

R. Con relación al año anterior hemos modificado dos cosas esenciales. ]La primera, reducir la tasa de inflación en diez puntos, paso importante, sin duda, pero que no puede hacernos olvidar que estamos aún en cifras de crecimiento de los precios dobles de las de nuestros competidores, las economías europeas. Y, después, el ajuste del sector exterior; estábamos hace un año con un déficit externo de pagos que equivalía al 3% del producto interior bruto, con un aumento de esta variable del 2% y un descenso de la inversión por tercer año consecutivo, por lo que estábamos financiando consumo con déficit exterior, lo que constituía una situación inaceptable. En estos momentos podemos decir que el sector exterior ha dejado ya de ser un obstáculo para nuestro crecimiento económico, y este es un dato muy importante para nuestro futuro económico a medio plazo, porque quiere decir que podemos crecer más deprisa sin déficit por cuenta corriente apreciable. Es decir, no deberíamos tener problemas para crecer a más de un 4% en los próximos años a causa de las limitaciones del sector exterior, que han sido muy importantes en el pasado. Al menos, estamos en condiciones de decir que el déficit que se produzca será fácilmente financiable.

P. Está claro que la sociedad española demanda un mayor crecimiento económico y parece, a juzgar por tus impresiones, que ello es posible a medio plazo. Pero ¿hay condiciones políticas para llevar adelante este proceso?

R. Sin duda. La transición política española ha sido ejemplar en todos los sentidos. Ha habido una auténtica ruptura con el pasado, pero no podemos olvidar que la sociedad española es muy rígida, muy autoritaria y se encuentra bloqueada por muchos mecanismos del pasado que aún impiden su desarrollo. Yo mismo tenía mis dudas hace unos meses de que UCD pudiera acometer estas reformas, que las elecciones del 15 de junio de 1977 habían demandado con claridad. Durante el período posterior a las elecciones yo desarrollé en la Administración una labor puramente técnica; era posible hacerlo así porque el país, hasta la aprobación de la Constitución, podía aceptar que técnicos independientes colaborasen con el poder en determinadas tareas, como la gestión económica, que era, y es, mi caso. Pero con la aprobación de la Constitución creo que ya no se puede permanecer en el poder con etiqueta de independiente. Además, después de un año, me caben pocas dudas sobre las posibilidades de Suárez, de Abril y de UCD, de realizar esos cambios que la sociedad española está deseando desde hace tanto tiempo. En los últimos meses se han dado pasos muy importantes con la colaboración de las demás fuerzas políticas. Por eso creo que ha llegado para mí el momento de una definición política clara, porque no se puede estar en donde yo estoy con la ficción de la neutralidad y de la independencia. Yo estoy de acuerdo con la línea política de Suárez y acabo de solicitar mi ingreso en UCD.

P. Volvamos a la economía. El año próximo habrá que invertir mucho para sacar al país del bache, pero hay gente que dice que mientras no se recupere la demanda no hay nada que hacer. Pero, para otros, un aumento de la demanda provoca inflación. ¿Dónde está el equilibrio entre estímulos a la demanda y estímulos a la inversión?

R. En primer lugar, yo no creo que un aumento de la demanda genere inflación. La inflación española no es de demanda, sino de costes. No, olvidemos que en los tres últimos años hemos tenido fuerte inflación con estancamiento económico. No. Lo que tenemos que hacer es conseguir una garantía de aumento real del poder de compra, es decir, aumento de la demanda y una mayor inversión para crear mayor número de puestos de trabajo.

R. Los responsables de la economía están hablando bastante del ajuste de la economía española. Este año se ha conseguido una parte sustancial de ese ajuste, y en 1979 proseguirá. Pero la gente se pregunta en qué momento el Gobierno considerará finalizado este proceso.

R. Si el programa que tenemos pensado para el próximo año, y que ya es suficientemente conocido, es aceptado por todas las fuerzas sociales, yo me atrevería a afirmar que terminaremos el proceso de ajuste en 1979. Y considero terminado el ajuste cuando tengamos un grado de inflación similar al de nuestros competidores (es decir, en torno al 8%), un déficit de la balanza por cuenta corriente perfectamente financiable y razonablemente bajo y, en tercer lugar, que estemos en condiciones de lanzar la economía a unos ritmos de crecimiento que permitan luchar con éxito contra el desempleo.

P. Los empresarios contemplan en estos momentos el panorama todavía con bastante escepticismo, aunque, quizá, con algo menos que hace unos meses. ¿Cree el Gobierno que se han despejado ya suficientemente las incógnitas para inicial el proceso inversor?

R. Yo daría sólo dos datos. En primer lugar, en el terreno político, dentro de poco vamos a tener una Constitución aceptada mayoritariamente; pero quizá tan importante como esto es el clima social que existe en el país, de aceptación de la democracia y sólo elementos muy marginales carecen de fe en el sistema. Por tanto, la inmensa mayoría de los españoles están de acuerdo con el sistema político, y es una garantía para los empresarios. Un segundo dato que no os olvidar es el creciente y casi masivo interés de los empresarios extranjeros por España. Las inversiones extranjeras están conociendo un despegue impresionante y van a crecer en los próximos meses. Esta prueba de confianza de los inversores extranjeros es, creo yo, un síntoma claro de la confianza en el futuro político y aconómico del país.

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