Comandos distintos podrían haber perpetrado los atentados de Elgóibar y Marquina
En medios bien informados no se concede demasiada credibilidad a la hipótesis inicial de que los autores del atentado que el pasado lunes costó la vida a un guardia civil en Elgóibar (Guipúzcoa) intervinieran dos horas y media después, y a sólo trece kilómetros de distancia, en el ametrallamiento de otro guardia civil en Marquina (Vizcaya).
La Guardia Civil comprobó, por otra parte, que el Ford Fiesta utilizado en Elgóibar fue abandonado en la calle de Santa Clara, en esta misma población, en la carretera que conduce a Marquina, tal como anunció el comunicante anónimo que reivindicó el primer atentado para los Comandos Autónomos Independentistas.También se supo ayer que el Renault 7 desde el que fue ametrallado el guardia civil Angel Pacheco, en Marquina, había sido robado a punta de pistola, poco después de las ocho y media de la tarde del lunes, a dos jóvenes que se dirigían a Elgóibar a una despedida de soltero. En el mismo lugar del robo, en las primeras rampas del alto de San Miguel, esperaron a varios amigos suyos, que iban al mismo lugar en otro vehículo. Al llegar al control establecido por la Guardia Civil reconocieron su automóvil. Dos de los jóvenes, entre ellos el propietario del Renault 7, fueron detenidos al exponer a los agentes los pormenores de la sustracción hasta que ayer por la mañana quedó demostrado que no estaban implicados en el atentado.
Parece ser que en el interior del Ford Fiesta utilizado en Elgóibar fue borrada cuidadosamente cualquier huella que pudiera delatar a sus ocupantes. Por otra parte, el propietario del mismo, Augusto García, de nacionalidad portuguesa, presentó denuncia por robo ayer, a las ocho de la mañana, en la comisaría de Eibar. Según manifestó, hacia las tres de la tarde del lunes, dos jóvenes le interceptaron en las inmediaciones de esta población guipuzcoana y poco después le dejaron atado en el barrio de Acitain. Uno de ellos era rubio y medía alrededor de 1,75. El señor Garcia consiguió desatarse, pese a lo cual no presentó la denuncia, tal como le habían ordenado, hasta ayer por la mañana.
Por lo que respecta al segundo atentado, uno de los guardias civiles que tomó parte en el control relató ayer a otros compañeros que al oír los disparos creyó inicialmente que había sido Angel Pacheco el que había abierto fuego. Sin embargo, al volverse le vio tumbado en el suelo, con varios impactos en el pecho, y se dio cuenta de que un R-7 con las luces apagadas descendía por una pendiente. Después de darle el alto mientras le apuntaba con su metralleta, comprobó que en el interior del vehículo no había nadie.
Los autores de los disparos que costaron la vida al señor Pacheco huyeron al monte, a través al amparo de la oscuridad. El intenso rastreo efectuado por la zona durante todo el día de ayer no arrojó ningún resultado positivo.
Los funerales por Angel Pacheco se celebraron ayer, hacia las dos de la tarde, en la comandancia de la Guardia Civil de Bilbao, con asistencia de familiares, autoridades y compañeros de la víctima. La familia, que se encontraba accidentalmente en Canarias, llegó sobre la 1.30 de la tarde. Su padre, que fue guardia civil durante treinta años, expresó ante el féretro el siguiente deseo: «Ya es demasiada sangre, que sea la última.» Su madre no pudo ocultar, entre lágrimas, que hace dos meses se había opuesto al ingreso de su hijo en la Guardia Civil.
Detenciones en Navarra
Por otra parte, Manuel Pellejero y Juan Carlos Ochoa fueron detenidos en Navarra como presuntos miembros del comando de ETA Aralar, tres de cuyos integrantes habían sido detenidos días pasados en la localidad navarra de Alsasua. El primero de ellos lo fue en la noche del lunes pasado en Lacunza (Navarra) y el segundo ayer por la tarde, en Pamplona, informa Europa Press.
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