Las nuevas medidas sobre emigración en Francia no afectarán gravemente a los españoles
«Las nuevas medidas que prepara el Gobierno francés para reducir la población inmigrante y frenar la llegada de trabajadores extranjeros no afectará mucho a los españoles que trabajan en Francia». Tal es la impresión de los medios oficiales españoles en París, tras el anuncio del primer ministro Raymond Barre sobre el tema. Dentro de dos semanas, aproximadamente, se conocerán los detalles de las normas en estudio, que, según su responsable directo, Lionel Stoleru, secretario de Estado del Ministerio de Trabajo, tienden a hacer de Francia «un país de emigración, contrariamente a lo que ha sido hasta ahora».Barre confirmó en la Asamblea Nacional que su Gobierno va a reconsiderar la política de inmigración: «Esto es normal -explicó-, en el momento en que se plantean problemas de empleo en nuestro país para muchos jóvenes.» El premier aseguró que la reducción de la plantilla de trabajadores extranjeros se realizará «dignamente».
Es posible que Barre se refiriese a los alemanes, suizos o austríacos, que han recortado de manera expeditiva la población inmigrante que trabaja en sus países, al no renovar la carta de trabajo a los obreros. Se estima aquí que las normas en preparación consistirían en elaborar un sistema de «retorno» en colaboración con los países afectados. Por ejemplo: crear una especie de cursos de formación profesional que facilitarían, la reintegración de los trabajadores inmigrantes en sus países. Stoleru viajó recientemente a Argelia y Túnez para estudiar el caso que plantean los obreros de estos dos países en Francia. Los norteafricanos que trabajan en Francia, en efecto, constituyen casos especiales y, probablemente, serían los más afectados por la normativa que preparan los responsables galos.
Desde 1974, Francia ha intentado reducir la inmigración con paquetes de medidas que se han escalonado. Entre 1968 y 1973, la media de la inmigración alcanzó 130.000 obreros por año, pero desde 1974 el descenso se acentuó. En 1977 llegaron a Francia sólo 14.000 trabajadores. Actualmente en este país hay casi tres millones y medio de extranjeros, contando los trabajadores y sus familias. Los empleados representan el 6,5% de la población francesa y más del 7% de la población activa. En sectores como la industria, los inmigrantes suponen el 17% de la plantilla total.
La política francesa en este sector hay que examinarla también a la luz de la situación del mercado del empleo, dato que obsesiona a los responsables galos. De 1.200.000 parados que arroja la última estadística oficial, 106.000 son trabajadores extranjeros. Los franceses piensan que, en estos momentos de crisis económica, es preferible que un obrero sea parado en su país y no en Francia. En 1977 el Gobierno puso en vigor la llamada «prima de retorno» para incitar a los extranjeros a abandonar el país.
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