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Diez millones de pesetas costó la victoria de Zagreb

La selección española comenzó con buen pie la nueva temporada, pero el precio económico de su victoria del miércoles en Zagreb no es nada despreciable. Entre viajes, concentraciones previas, compensaciones, dietas y primas a los jugadores, la cantidad pasa de los diez millones. El hecho no deja de ser un claro ejemplo de la política económica de los dirigentes deportivos españoles.

Cada vez que Kubala convoca a un jugador para la selección «A», aunque sea para un simple entrenamiento de un día, dicho jugador ya es retribuido con 50.000 pesetas, con las que se le compensa por la molestia de tener que abandonar su rutina diaria para incorporarse al equipo nacional. Aparte de eso, los internacionales gozan de una dieta diaria de 3.000 pesetas mientras dure la concentración.

Kubala realizó un primer entrenamiento, cara a este partido, el pasado 20 de septiembre. Convocó a ocho jugadores del Barcelona, siete del Spórting, cuatro del Valencia, cuatro del Athletic y cinco del Madrid. Sólo llamó jugadores de estos cinco equipos porque sus clubs no participan, por el momento, en la Copa ,-están exentos de ello por jugar las competiciones europeas-, y por esa razón no tenían partidos esa semana. Sumando las 50.000 pesetas de compensación por jugador, más las dietas, más los viajes de los no madridistas, más la estancia de todos ellos y el personal auxiliar en el hotel -cinco estrellas-, el precio de esa primera concentración alcanza los dos millones.

La segunda concentración de tres días en Madrid -la de los hombres escogidos ya de forma definitiva para el encuentro- supone, siguiendo los mismos cálculos, alrededor de 1.800.000 pesetas. Significa todo ello que en el momento de subirse la expedición al avión que les había de conducir a Zagreb, la Federación ya llevaba gastadas en este partido 3.800.000 pesetas.

La expedición no quedaba reducida a los diecisiete jugadores seleccionados; a ellos hay que añadir, además de Kubala, a su ayudante, Pereda, a los masajistas, Mur y Rubio, al encargado de material, al doctor Delgado y a los federativos Porta -presidente-, Agustín Dominguez -secretario-, Ramos Costa, Monleón y Julián del Amo. Y no sólo esto, sino que veintiséis de los 33 periodistas que se desplazaron con el fin de cubrir la información del partido llevaban cubiertos los gastos de viaje y estancia por parte de la Federación. El por qué ésta decide pagar el viaje a los periodistas es algo que no tiene explicación. Esa práctica puede tener alguna justificación en federaciones de deportes que no gozan de gran popularidad y que tratan con ello de dar a conocer su especialidad al gran público. En fútbol no cabe esta justificación. En total, entre jugadores, acompañantes y prensa, y estimando a 50.000 pesetas el precio del viaje de ida y vuelta a Zagreb y la estancia de tres días allí, salen 2.700.000 pesetas.

El último capítulo a sumar es el de la prima, 200.000 pesetas por jugador -en caso de empate había 150.000-, y el doble para el seleccionador. Los que no jugaron cobraron media prima. Este capítulo supone los 3.500.000 pesetas. Sumando todos los apartados, salen diez millones justos, que sin duda se han tenido que ver incrementados por otros apartados de gastos menos imprescindibles.

La política económica

El hecho no hace sino poner de relieve el criterio con que la Federación de fútbol administra el dinero de que dispone. Por desgracia, en eso no hace sino seguir la corriente de casi todas las federaciones, que malgastan innecesariamente un dinero que tendría su mejor empleo en la divulgación del deporte como práctica masiva. España es un país en cuyos estadios se puede ver en acción a futbolistas que se cuentan entre los mejores del mundo, pero donde practicar el fútbol o cualquier otro deporte no es fácil. La RFA posee un número de fichas de futbolistas federados que es veinte veces superior al de España; hay en aquél país, incluso, más mujeres que jugan al fútbol que hombres en España. Y si del fútbol se pasa a otro deporte cualquiera, los contrastes aún se acentúan. Lo peor de todo es que no hay ningún indicio para pensar que la situación pueda mejorar mientras el dinero del deporte se siga invirtiendo según esos criterios.

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