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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aplausos que cuestan caro

Gran conmoción han causado en el mundo político las poco afortunadas frases que en la concentración que el domingo 24 de septiembre efectuó el PNV en Vitoria pronunciara Javier Arzallus.No era esa, sin embargo, la intención del PNV, pues en una reu nión previa al acto de Olarizu los tres conferenciantes, de común acuerdo con el consejo nacional del PNV, se repartieron los temas y la forma en que habrían de tratar los. Estaban conscientes de que el país político, la prensa nacional y extranjera, la radio y la televisión estaban ese día pendientes de ellos. Arzallus, como los demás, convino en moderar el tono y no excitar al público con frases emocionales. José Angel Cuerda y Carlos Garaicoechea se mantuvieron en esta línea.

Arzallus, que se halla bajo fuerte ataque en su partido por haber cometido el garrafal error de haber votado, desoyendo sus más altas instancias, a favor de la disposición adicional de UCD el 20 de junio pasado, sintió la necesidad aparentemente de mendigar el aplauso apelando a los sentimientos más viscerales de un pueblo que ha sufrido larga opresión política y cultural, pronunciando frases ofensivas para diversos estamentos políticos y sociales: trabajadores inmigrados al País Vasco, partidos políticos vascos y no vascos, del Gobierno como de la Oposición, e incluso las Fuerzas Armadas...

Hace menos de un mes andaba cual vendedor ambulante por las casas del partido tratando de vender la idea de que «no se puede votar no» a esta Constitución para ahora decir todo lo contrario. Resultaría divertido analizar una recopilación de las contradicciones pronunciadas en público durante los últimos meses por Arzallus, cuyo dominio de la oratoria castellana, por su experiencia ininterrumpida de trece años, lo conduce aparentemente a hablar ante el micrófono sin preparar el texto.

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La misma tarde del festival de Vitoria, Arzallus agarró el tren y se fue a Alemania, donde tiene buenos amigos desde sus años de tonsura, dejando, atrás, para que su partido se defienda como pueda, el alboroto causado por sus inconvenientes afirmaciones.

Conducta toda ella un tanto extraña en quien acaricia el futuro sillón presidencial de Euskadi.

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