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En favor de la televisión privada

«Además de que la televisión es un monopolio, encima de que funciona mal, sobre que su rendimiento por capital invertido es irrisorio, diversas personalidades más o menos representativas han manifestado sus reservas ante el probable nuevo impuesto. Nosotros creemos hacerlo en nombre de muchos contribuyentes. A nadie le gusta pagar, y menos por un servicio deficiente. Si se ha de hacer será indispensable que el Parlamento exija las contrapartidas elementales: real libertad de expresión, competencia verdadera, renuncia parcial a los ingresos publicitarios, auditoría de cuentas, liquidación de cotos privilegiados, atención a las necesidades y gustos de los distintos planos de espectadores. Todo eso se podría resolver, y así lo demuestran muchos países, mediante el empleo de la libertad para el establecimiento de emisoras privadas. Pero eso ni lo desea el Gobierno ni lo quieren los partidos de la Oposición. Ambos por intereses similares, aunque envueltos en argumentos diferentes. La verdad es que los unos, con mayor o menor destreza, se valen de la televisión, y los otros ansían hacerlo. Si este supuesto no es un exceso de escepticismo -el análisis frío de la política suele conducir a él-, seguiremos igual.(... )» , 2 octubre

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