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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La diacronía del compañero Altares

Secretario general de la Federación Estatal de Información y Artes Gráficas de UGT

El compañero Pedro Altares, tras apacentar en el ancho y florido campo de las citas, irrumpe en las páginas de EL PAIS (véase EL PAIS de 13 de septiembre) trayendo de los pelos a Pinilla de las Heras y exponiendo una serie de afirmaciones gratuitas, en tanto que no aporta ninguna argumentación que las avale. Afirma, por ejemplo, que España es un país políticamente más progresista que Francia, dejando de lado, eso sí, el problema de la estabilidad que, por lo visto, no le parece relevante a la hora de calificar el progresismo de una sociedad. No nos importarían gran cosa las disquisiciones de Pedro Altares si no fuera por la temeridad de que hace gala al enjuiciar la ejecutoria de las centrales sindicales democráticas de la España de hoy. El compañero Altares milita (simbólicamente, esta es la verdad) en una de estas centrales sindicales, la UGT concretamente, y todos sus compañeros de esta central hubiéramos agradecido mucho su comparecencia (que sería la primera) en uno de los múltiples debates ideológicos que forman, junto con la lucha reivindicativa, el núcleo central de nuestra actividad sindical. Así, hubiéramos tenido la oportunidad de conocer de primera mano sus teorías sobre la profunda diacronía que padece el país; suponemos que en tal ocasión habría sido más explícito y convincente.

También nos hubiera gustado mucho que nos explicara esa contradicción que señala entre sindicato de rama y sindicato de clase. Suponemos que cuando dice sindicato de rama se refiere al obsoleto y superado sindicato de «oficio» y parece un tanto grotesco que atribuya a las actuales centrales sindicales «incluso las centrales sindicales democráticas», el contenido gremialista que caracterizaba a aquellos sindicatos de oficio. Quizá sea ilustrativo a este respecto para Pedro Altares el párrafo que transcribo del reciente acuerdo de la Federación Internacional de Periodistas (FIJ): «La integración de los periodistas e informadores en general de UGT en esta Federación (FIJ) es de la misma naturaleza que la que se ha dado respecto a sindicatos de otros países basado organizativamente en la Federación de Industrias. En la práctica este tipo de organización coincide con el de los tipógrafos y otros trabajadores de artes gráficas y facilita la defensa de los intereses colectivos de todos los trabajadores del sector, y establece la solidaridad intersectorial». O sea, que de sindicato de oficio, de gremialismo, nada de nada.

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Por otra parte, hubiera sido todo un espectáculo atender la exposición demostrativa de Pedro Altares en el sentido de que «las centrales sindicales democráticas», entre ellas la UGT, CCOO, USO, CSUT, CNT, están siguiendo los pasos del sindicalismo alemán y del norteamericano (?). No obstante, y ya que el compañero Pedro Altares renuncia a participar en los debates ideológicos en el seno de la central sindical a la que pertenece, esperamos que por respeto a los lectores de EL PAIS y a la opinión pública en general, comparezca de nuevo, ya que no le falta plataforma de prensa para ello, y aporte las argumentaciones que le han llevado a tan extraña conclusión. Esta será la ocasión en que con el mismo respeto que nos merece aquella opinión pública le contestaremos debidamente.

Cuadernos para el Diálogo, sociedad anónima de la que Pedro Altares es consejero,-delegado y director de publicaciones, fue una gran empresa, hoy malograda, de lucha por la instauración y la consolidación de la democracia. En ella convergieron hombres de todas las ideologías y de todos los compromisos militantes, desde su presidente, Joaquín Ruiz Giménez, con quien todos tenemos una deuda como maestro en un humanismo que debe inspirar toda concepción democrática, hasta los mozos de almacén; todos aquellos hombres, muchos de los cuales ocupan hoy puestos de máximo relieve en la vida parlamentaria y extraparlamentaria, en los partidos políticos y en las centrales sindicales, supieron en su día pasar del progresismo difuso y defensivo adoptado como medida cautelar ante la represión franquista, al compromiso militante activo, ya que esta militancia activa es la base imprescindible para ganar y afianzar la democracia en nuestro país. Todos menos Pedro Altares, quien en vez de establecer la obligada correspondencia entre sus palabras y sus actos prefiere encastillarse en la torre de marfil de una pseudoindependencia para desde ella atacar a izquierda o derecha a tenor de sus intereses personales.

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