_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España y los derechos humanos

El ministro español de Asuntos Exteriores presentó ayer ante la Asamblea General de las Naciones Unidas las líneas generales de la política de su departamento. El ministro situó los temas claves de la acción exterior en el triángulo formado por Europa, Africa e lberoamérica en pos de «la paz y seguridad internacionales mediante la distensión y el desarme, la defensa de los derechos humanos y la superación de las distancias entre los países en desarrollo y los países industrializados».El contenido del discurso deshace la expectacion que despertó hace unos días en algunos medios que esperaban encontrar en las palabras del ministro un desarrollo político de la reciente visita del presidente Suárez a Cuba. El silencio fue la respuesta oficial del palacio de Santa Cruz -que no consideró el momento ni el lugar oportunos- para quienes esperaban que el Gobierno Suárez desvelara sus últimas intenciones en relación con los temas del Tercer Mundo, no alineados y OTAN, al hilo del discurso que el rey don Juan Carlos pronunciara en China marcando distancias entre la política exterior española y las iniciativas de las primeras potencias hegemónicas, Estados Unidos y la Unión Soviética.

El discurso del ministro aporta, no obstante, pocas novedades. Entre ellas destacan los párrafos que se dedican a la crisis del Sahara occidental y en los que, por primera vez, el Gobierno español incluye el vocablo negociación de manera formal: «Se necesita con urgencia una solución negociada y pacífica.» Ello confirma la postura del Gobierno de Madrid favorable a una rápida negociación bilateral o multilateral entre las partes interesadas o afectadas por el conflicto, lo que excluye a priori la lenta acción política y diplomática de la OUA y la ONU.

También constituye un dato de interés la inclusión en el texto del deseo de España de «cristalizar en fórmulas institucionales» sus relaciones con lberoamérica. Esta frase tiene su mirada puesta en el Pacto Andino y demás organizaciones de integración iberoamericanas y se presenta, como una iniciativa complementaria al proceso de penetración de España en las Comunidades Europeas y nunca como posible alternativa.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Temas ya rutinarios en las declaraciones de los ministros españoles ante la ONU lo son Gibraltar y el Mediterráneo. Sobre el Mare Nostrum el señor Oreja reiteró la idea de que hace falta «un sistema de cooperación regional» y «la contención y reducción de las fuerzas militares» presentes en estas aguas. En el apartado sobre Gibraltar el ministro reiteró las críticas e insistió en que Gran Bretaña acepte sentar se en torno a una mesa de negociaciones formales. Ello hace suponer que las conversaciones expioratorias Londres-Madrid sobre comunicaciones marítimas y telefónicas e indemnizaciones a trabajadores españoles no llevan el ritmo deseado que, para España, no tiene más puerto que la negociación de la descolonización británica de la Roca. Por último merece la pena comentar la contundencia del discurso en lo que a los derechos humanos se refiere. El ministro dijo, en nombre del Gobierno. español: «Estamos decididos a una acción inspirada en las siguientes directrices: la violación persistente de los derechos humanos fundamentales, dondequiera que se produzca, es condenable sin que pueda alegarse que se trata de una materia de la exclusiva competencia interna de los Estados; la supresión flagrante de los derechos humanos fundamentales, allá donde se realice, constituye una amenaza a la paz; deben perfeccionarse los mecanismos de control existentes a fin de hacerlos no solo más eficaces, sino más objetivos e imparciales.»

El párrafo constituye una meta encomiable para la España democrática pero ofrece serias contradicciones o al menos rectificaciones con algunos hechos. No hace mucho tiempo que el señor Oreja se ha visto obligado a justificar las dictaduras del Cono Sur de la América Latina, ante el Congreso y el Senado españoles.

Y no están lejanas las informaciones relativas a las ventas de armas que el Gobierno español autorizó en favor de regímenes donde no se respetan los derechos humanos (queda aún por clarificar el caso del carguero Allul) como Marruecos y Nicaragua.

Y hablando de Nicaragua y de derechos humanos, dos temas tan ligados por la actualidad, destaca el silencio español en Ia ONU. Un silencio demasiado ruidoso, sobre todo después de haber visto las duras palabras del ministro para las crisis de Suráfrica, Chipre, Zimbabwe y Namibia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_