Taxis de madrugada en Barajas
La madrugada del pasado día 12, a la llegada al aeropuerto de Barajas en el vuelo nocturno de Iberia Tenerife-Madrid, me encontré, al pretender coger un taxi, con algo que, por lo repetido, empiezo ya a considerar normal: numerosos taxis estacionados a la salida, pero todos con los pilotos verdes apagados, al tiempo que media docena de taxistas se me acercaban ofreciéndose a trasladarme a Madrid por un precio muy superior a la tarifa legal. A uno de ellos, tras negarse a mi exigencia de que pusiera en marcha el taxímetro, le torié la licencia, n.º 6620, en medio de sus risas por mi advertencia de que podría denunciarlo a la Policía Municipal; otro, en cambio, con licencia n.º 6891, intentó agredirme físicamente. La Policía, desde luego, brillaba por su ausencia en un lugar y momento en el que tantas quejas se han producido ya. Y, en realidad, ¿tan difícil resulta evitar estos actos de corrupción que tan bella imagen ofrecen de lo que, cada vez con mayor frecuencia, va siendo la vida cotidiana en Madrid?
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