Policías protagonistas
lgnoro si los que lean esta carta vieron la película de la noche del domingo 20 de agosto, Me refiero a la película de la primera cadena. Podrán juzgar mejor si la vieron.No es ésta la primera vez que alguien habla sobre ciertos cortos o largometrajes o películas de serie, que tienen por tema común los asuntos policiales, ofrecidos por TVE.
Estas películas podrían ser algo normal y entretenido ya que constituyen una fuente, como otra cualquiera, que ofrece muchas posibilidades para la creación de argumentos. Lo malo del caso es que esto no es así. Y esto no es así por lo de ininterrumpido -¿desde cuántos años? Muchos, demasiados- de las proyecciones y por el gran número de proyecciones que semanalmente se sufren -los que las vean-, y porque en TVE parecen ignorar aquello de que en la variación está el gusto.
Los argumentos de estas películas se repiten sin cesar, en un caso serán tres jóvenes, en otro una pareja, y en otro, unos expresidiarios.
Si las productoras no saben plantear situaciones -policiales o no- más originales es una cosa que les puede repercutir en sus beneficios a obtener, cuestión que aquí no se plantea.
Pero lo que aquí sí se plantea es la gran parcialidad con que estos telefilmes se nos presentan.
Los policías protagonistas nunca cometen errores, cosa que en la realidad sucede, por desgracia. Si los policías no cometiesen errores, si siempre fuesen certeros y persiguiesen desde un principio a los verdaderos autores de los delitos, como en estas películas nos hacen ver, ¿para qué tanto despliegue policial? Pero es que las conductas de los protagonistas siempre nos las presentan de tal modo que no tenemos más remedio que justificarlas. Pero no creo, en absoluto, que algunas de esas conductas se puedan justificar.
Refiriéndome concretamente a la película en cuestión: ¿por qué el preso que se halla en San Quintín debe verse en la posibilidad de ser agredido por el policía que le hace una propuesta, al ser ésta rechazada? El policía le ofrece interceder ante el fiscal en favor de su libertad condicional si dice unos nombres. El preso, que al fin y al cabo se juega su libertad provisional, rechaza en principio esta oferta -¿cuántas veces estas mismas películas nos han enseñado lo que les pasa a los chivatos?- ¿Por qué no se justifica este temor, por otra parte lógico, del preso?. ¿por qué el policía se avalanza sobre él y tiene que ser frenado por el policía «bueno»?
Y ahora sobre el policía bueno. En uno de los golpes de los delincuentes de turno, el jefe de la banda viola a una camarera japonesa a la que conoce el policía. Este, cuando se entera de lo sucedido, permanece impasible, preguntándole su compañero «si es que no tiene sangre en las venas».
El preguntado se encarga muy bien de demostrar, al final de la película. que él «si tiene» sangre en las venas y lo demuestra disparando hasta que su compañero le detiene poniéndole una mano en el brazo.
Y demuestra tan bien que tiene sangre en las venas que no se da cuenta de que sólo los dos primeros disparos, de los 5 ó 6 que realiza tenían bala, disparos que sigue realizando cuando el delincuente va estaba tendido boca abajo y muerto.
¿Realmente, este policía está cumpliendo con su obligación, detener al delincuente, al presunto culpable, justamente porque es esta su misión, o está actuando por motivos personales -venganza-?
Otras veces, películas de estilo semejante, nos han presentado al malo preguntándosele que por qué ha disparado varias veces sobre su víctima cuando, y sólo con el primer disparo, la resistencia que ésta pudiera oponer estaba superada.
¿Por qué no se hace esta pregunta y otras a los que actúan como lo hacen los protagonistas?
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