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Los adventistas españoles celebran su 75 aniversario

«No miramos con resentimiento estos 75 años de historia tan cargada de durezas, de desprecios y de condiciones lacerantes para la Iglesia adventista. Por suerte, ahora han cambiado las condiciones, pero la libertad de religión ha venido acompañada de un exceso de materialismo que hay que combatir. » En estos términos ha sintetizado el pastor Carlos Puyol, presidente de la Iglesia adventista española del Séptimo Día, la historia de este grupo religioso que por primera vez se presenta en público a través de los medios de comunicación con motivo del 75 aniversario de su fundación en España.Con motivo del aniversario se va a celebrar en Madrid un acto público el próximo día 11, en el que van a participar, además de los dirigentes de esta religión, observadores de otras religiones, entre ellos el obispo auxiliar de Madrid, Ricardo Blanco, y, representantes de la Administración del Estado, entre quienes figura Eduardo Zulueta, director general de Asuntos Eclesiásticos.

La Iglesia adventista del Séptimo Día, que se configuró como tal en 1863, fecha en que recibe su primera forma organizada a partir del movimiento «millerista», en Estados Unidos, cuenta en España con unos 4.500 miembros bautizados, (sólo se bautizan los adultos cuando éstos lo solicitan) y con 12.000 profesantes. «La enorme oposición de la Iglesia católica, así como las condiciones de analfabetismo y pobreza de la población, hicieron muy difíciles aquellos comienzos», dice Carlos Puyol.

Los principales problemas de la Iglesia adventista han provenido de sus relaciones con el Ejército, ya que hasta hace muy poco tiempo los adventistas que cumplían el servicio militar eran condenados por negarse a prestar servicio de armas los sábados, que es su día de descanso. «Los adventistas no somos propiamente objetores de conciencia, pero nos declaramos no combatientes y somos partidarios de servicios auxiliares o civiles que no impliquen la utilización de armas. Para nosotros el Ejército es un mal menor. »

Ideológicamente los adventistas se proclaman contrarios a todo materialismo, y políticamente se dicen no beligerantes. «Reconocemos y aceptamos cualquier tipo de Gobierno. No iniciamos andaduras políticas porque creemos que de la política a la secularización hay un solo paso. » Han participado con la Administración española en las consultas de la futura ley de Libertad Religiosa, sobre cuyos puntos han sido consultados, y con la que no están muy de acuerdo, por lo que entrarán en contacto con partidos políticos para que puedan defender enmiendas sugeridas por ellos.

Sus relaciones con la Iglesia católica están «en la línea de los contactos fraternales y de mutuo respeto una vez superada la época de las guerrillas dialécticas». «No obstante, no hemos renunciado a criticar ciertos dogmas católicos, y tenemos un problema común con ellos: combatir la progresiva militarización de la sociedad española.»

Los adventistas del Séptimo Día mantienen una postura puritana respecto a la sexualidad. Están contra las relaciones prematrimoniales, contra el aborto y contra el divorcio (salvo en caso de adulterio). Sin embargo, defienden la paternidad responsable y la planificación familiar.

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