El coste de un error
Demasiado tarde. La capacidad de los responsables de la política económica del Gobierno no puede presumir de adaptación rápida a los acontecimientos. Hace ya dos meses que el cumplimiento de los pactos de la Moncloa en materia monetaria se hacía insostenible. El Banco de España ha intentado mantener a toda costa la senda de la política monetaria pactada, haciendo para ello aberraciones que han desembocado en costes disparatados del dinero (hasta el 50% en el mercado interbancario), que van a repercutir en la moral de los inversores de forma importante y nos atreveríamos a decir que duradera. Bien es verdad que el Banco de España no ha carecido de complicidad en su obcecación, ya que la senda del 17% marcada en el pacto de la Moncloa era un compromiso político que desde más altas instancias se ha pedido respetar.Pero el incumplimiento de este objetivo cuenta ahora con la complicidad forzosa de mucha gente, porque mantener las cosas como estaban implica mantener un nivel de actividad económica tan bajo que puede explotar por la vía del paro, con aumento de desempleo, ya que ni las empresas estarán en condiciones de invertir (no hay dinero suficiente), ni las empresas pueden mantenerse todas a flote con la financiación a que se las condena y algunas, quizá -ojalá- las más ineficaces y marginales, se irán al panteón. Pero aun en este caso, los trabajadores acaban pagando los errores ajenos, ya que el paro aumenta. Y en los últimos tiempos crece por dos vías simultáneas: a causa de las empresas arruinadas y a causa de la falta de inversión, que no puede generar nuevos puestos de trabajo.
La nota hecha pública ayer por el Banco de España es, por otra parte, un modelo de insolidaridad y de. confusionismo, ya que cuando anuncia la modificación de los objetivos de política monetaria alude a que «el Gobierno ha dado instrucciones al Banco de España para que trate de conseguir ... », como si aquí el malo de la película fuera sólo el Gobierno. Y, además, recurre al confusionismo cuando señala que el nuevo objetivo de crecimiento de las disponibilidades líquidas para el conjunto del año será del 19% (en vez del 17% pactado hace un año), «dentro, por tanto, de la bana de fluctuación inicialmente definida». Esa famosa banda de fluctuación permitía variaciones mensuales, pero lo pactado para el año era el 17 % y no el 19%. Los errores y las rectificaciones hay que reconocerlos como tales y no tratar de venderle al país lo que no es cierto. De sabios es rectificar y es de suponer que los partidos de izquierda no tratarán de defender el 17% que supone defender la inactividad y el paro.
Es necesario recordar a los responsables de la política económica del país que si bien están gobernando la economía en condiciones muy difíciles, y con indudables éxitos en muchos aspectos, ello no les exime de hablar al país claramente. Y dentro de esa claridad está el reconocer que en estos ocho meses han existido graves equivocaciones -que se han pagado básicamente con un mayor volumen de desempleo- que no se han corregido a tiempo. Y que no estamos en un baile de disfraces, sino en una sociedad democrática con responsabilidades exigibles.
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